El exintendente Julián Gil pasó de litigar en tribunales a litigar contra los tribunales. El Tribunal de Disciplina del Foro de Abogados le dio la tarjeta roja definitiva: inhabilitación de por vida. Sí, “para siempre jamás”, como en los cuentos, pero sin final feliz.
Gil, con el manual del abogado bajo el brazo y la esperanza bajo la otra, ya avisó que va a apelar. Porque si algo no se le puede negar es la coherencia: siempre defendió causas perdidas, incluso la suya.
Por ahora la sanción no corre hasta que la decisión quede firme, lo que convierte la situación en un extraño limbo legal: Gil está inhabilitado, pero habilitado a seguir diciendo que no lo está. Una especie de Schrödinger del Derecho: está matriculado y no está matriculado al mismo tiempo.
Eso sí, si en cinco años junta dos tercios del tribunal, puede pedir que lo rehabiliten. Traducción: su matrícula quedó más difícil de revivir que la carrera musical de Pablito Ruiz.