¡Paren las rotativas! ¡Suspéndanse las paritarias! ¡Cierren el BCRA con candado y tiren la llave al Riachuelo! ¡Ricardo Darín habló de empanadas y el presidente Milei se metió en la harina!
Sí, señoras y señores. En un país con 50% de pobreza, reservas a la miseria y un dólar que te guiña el ojo mientras te vacía el bolsillo, el verdadero problema nacional resultó ser… ¡Una empanada con complejo de helado!
El escándalo fue mayúsculo: Darín, ese actor que alguna vez fue héroe del pueblo y ahora es enemigo del morfi especulativo, se atrevió a comparar el precio de una empanada con el de un kilo de helado. Y ahí nomás, como si hubiera pateado a Conan en el Parque Lezama, Milei lo tildó de “ignorante” y “operador berreta”, como si el problema no fuera el precio de la comida, sino la audacia de quien osa hablar con dos dedos de frente y una docena de salteñas en la mano.
Desde el oficialismo, claro, minimizaron todo: “No hay conflicto”, dijeron, mientras el presidente le apuntaba con una ametralladora de adjetivos al Eternauta en vivo por Neura. Por las dudas, el local de empanadas al que iba Darín bajó los precios. O sea, el actor logró lo que Caputo no puede: que la inflación retroceda, aunque sea en el menú del horno de barro.
Lo más insólito es que ahora el nacional y popular se mide por cuántas empanadas podes opinar sin que te acusen de chavista gourmet o de burgués crocante. Si las empanadas son muy caras, callate porque no sabes de economía. Y si son baratas, también callate, porque seguro sos parte de la casta de los carniceros estatistas.
Así estamos: con un presidente que lee La rebelión de Atlas como si fuera el nuevo testamento, y que reacciona ante Darín como si lo hubiera traicionado en un remake libertaria de “Nueve Reinas”.
¿Y qué viene ahora? ¿Una Ley Ómnibus que regule el precio emocional de las empanadas? ¿Un DNU que prohíba opinar sobre comida si no tenés dos masters en Chicago y una cuenta offshore en Liechtenstein? ¿Un capítulo de Casa Rosada Chef donde Caputo le explica a Mirtha cómo cocinar una humita en dólares?
El país, mientras tanto, sigue su curso empanádico: medio relleno, medio vacío, siempre caliente, y a punto de desbordarse.