WASHINGTON.- Más de tres años después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha mantenido condiciones inflexibles y maximalistas para cualquier posible acuerdo que ponga fin a la guerra.
Putin afirmó el jueves que apoya, en principio, la idea de un alto el fuego de 30 días —propuesto por Estados Unidos y al que Ucrania accedió—, pero señaló que su implementación plantea muchas preguntas, especialmente en lo que respecta al monitoreo de su cumplimiento a lo largo de un extenso frente. Esta táctica podría permitir a Rusia involucrarse en negociaciones prolongadas sin rechazar de inmediato la oferta.
Putin también advirtió que la tregua de 30 días podría ser utilizada por Ucrania para reagruparse y rearmarse, insinuando que buscaría imponer sus propias condiciones para la pausa, como el cese del suministro de armas occidentales o la prohibición de nuevas movilizaciones.
Sin embargo, las exigencias de Moscú siguen estando lejos de lo que Ucrania o sus aliados estarían dispuestos a aceptar.
¿Qué dijo Rusia sobre las condiciones necesarias para un acuerdo de paz?
Tres años después del inicio de la guerra, Rusia controla aproximadamente una quinta parte de Ucrania y quiere conservar ese territorio e incluso ampliarlo. El Kremlin ha descartado la posibilidad de ceder cualquier parte de las tierras que ha ocupado.
El jueves, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró: “Crimea, Sebastopol, Kherson, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk son regiones de Rusia. Están inscritas en la Constitución. Es un hecho establecido”.
Rusia anexó Crimea, incluida Sebastopol, en 2014, aunque la comunidad internacional sigue reconociéndola como parte de Ucrania. Posteriormente, en 2022, anexó ilegalmente las demás regiones mencionadas por Peskov.
En junio, Putin afirmó que Rusia detendría inmediatamente las hostilidades si Ucrania cedía cuatro regiones del sureste que sus tropas ocupan parcialmente y renunciaba a sus planes de unirse a la OTAN. Además, el líder ruso exige que la anexión de estos territorios sea reconocida como legítima.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, ha enfatizado durante mucho tiempo que Ucrania no cederá su territorio soberano. Sin embargo, recientemente ha cambiado su enfoque hacia la obtención de garantías de seguridad en lugar de exigir la devolución inmediata de las tierras ocupadas.
Las condiciones rusas también incluyen la desmilitarización de Ucrania, lo que dejaría al país con un ejército reducido e incapaz de disuadir futuros ataques.
Para justificar su agresión en Ucrania, Putin ha señalado la posible expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La adhesión de Ucrania a la alianza —que obliga a sus miembros a defenderse mutuamente en caso de ataque— es inaceptable para Putin.
Por su parte, Zelensky considera que el ingreso de Ucrania en la OTAN es una garantía de seguridad clave. Sin embargo, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, afirmó el mes pasado que la adhesión de Ucrania no es un “resultado realista” en este momento. Más tarde, sin descartarla por completo, señaló que era poco probable debido a las “realidades militares sobre el terreno”.
Desde el inicio de la guerra, la OTAN se ha expandido con la incorporación de Suecia y Finlandia. Sin embargo, el compromiso de Estados Unidos con la alianza ha sido cuestionado cada vez más bajo la influencia de Donald Trump.
En su discurso sobre el estado de la nación de 2024, Putin advirtió sobre “consecuencias trágicas” si las fuerzas de la OTAN se desplegaban en Ucrania. También amenazó con represalias contra Occidente si atacaba a Rusia: “Todo esto realmente amenaza con un conflicto que implique armas nucleares y la destrucción de la civilización”, afirmó. “¿Es que no lo entienden?”.
Durante la guerra, Rusia ha intentado presentarse como una nación que libra una batalla existencial contra “Occidente colectivo” debido al apoyo de la OTAN a Ucrania.
El Kremlin también ha rechazado la presencia de fuerzas de paz extranjeras en Ucrania, una propuesta que algunos países europeos han considerado como posible garantía de seguridad.
La vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zakharova, declaró el jueves que Rusia no aceptará la “intervención en el conflicto” de otros países, advirtiendo que ello provocaría una “reacción con todos los medios disponibles” por parte de Moscú.
Algunos países europeos, como Reino Unido y Francia, han sugerido enviar miles de soldados a Ucrania una vez que termine el conflicto. Esta semana, Rusia reiteró que no aceptará tropas de mantenimiento de la paz de ningún país de la OTAN en territorio ucraniano “bajo ninguna condición”, rechazando así una propuesta del presidente francés, Emmanuel Macron, y del primer ministro británico, Keir Starmer.
“¿Por qué deberíamos aceptar una fuerza de paz si quieren que esté compuesta por países que nos han declarado como enemigo y vienen a Ucrania como pacificadores?”, cuestionó el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, en una entrevista el miércoles con blogueros estadounidenses pro-Kremlin.
Rusia ha aprovechado sus recientes contactos con Estados Unidos para tratar temas más allá de la guerra en Ucrania, incluyendo disputas de larga data sobre propiedades diplomáticas congeladas desde la administración Obama.
Las conversaciones entre Rusia y Estados Unidos en Estambul el 27 de febrero se centraron en el estado de las misiones diplomáticas de ambas naciones, cuyos servicios han sido gravemente reducidos debido a múltiples rondas de expulsiones y restricciones de personal.
Rusia exigió la devolución de seis propiedades diplomáticas que, según afirma, fueron incautadas ilegalmente por Estados Unidos entre 2016 y 2018. Estas incluyen edificios en Nueva York y Maryland, bloqueados por la administración Obama, y consulados en Seattle y San Francisco, cerrados por la administración Trump debido a su proximidad a sitios estratégicos como Silicon Valley, una base de submarinos y las instalaciones de Boeing.
Washington, por su parte, planteó preocupaciones sobre el acceso a servicios bancarios y de contratación, así como la necesidad de garantizar niveles de personal estables en la embajada de Estados Unidos en Moscú. El Departamento de Estado estadounidense señaló que “a través de discusiones constructivas, ambas partes identificaron medidas iniciales concretas para estabilizar las operaciones de las misiones bilaterales en estas áreas”.
Poco después del encuentro, Moscú anunció que había recibido las credenciales de Washington para nombrar a un nuevo embajador, Alexander Darchiev.