Ahí está otra vez Cristina, esa mártir de la corrupción, luchando contra la Justicia como si le hubieran sacado la tarjeta de descuento en Louis Vuitton. La justicia decidió cobrarle la cuenta: $22.000 millones de pesos pagados en octubre del 2015, 2 meses antes que entregara el poder, y por rutas que nunca se hicieron. Lo que para cualquier mortal es una cifra de ciencia ficción, para el kirchnerismo es apenas lo que sobraba en la caja fuerte de un hotel de El Calafate.
Cristina, como siempre, no sabe, no vio, no escuchó. Pobrecita, más que abogada exitosa, parece una jubilada que se perdió en la cola de la ANSES. “¡Yo no fui, fue Lázaro!”, repite como un nene que rompió el jarrón, pero en vez de jarrón se chorearon el país.
Pero esta vez hay un problema: la Justicia no está comprando el chamullo. Claro, tarda más en actuar que un exministro de minería de San Juan en dejar de tocarle el traste a la secretaria, pero cuando se mueve, se mueve. Ahora le están diciendo: «Cristina, devolvé la guita». Y ella, con la carita de yo no fui, trata de patear la pelota afuera.
Intentó zafar con una jugada maestra: como el expediente estuvo unos meses sin moverse, pidió que lo anulen. ¡Brillante! Siguiendo su lógica, si no pagas el alquiler durante seis meses, el departamento pasa a ser tuyo. Lastimosamente, para ella, el juez Marcelo Dos Santos no le compró la historia y la mandó a llorar a Twitter.
Y ojo, porque la cifra de $22.000 millones es de octubre del 2015, pagada por anticipado y por obras que nunca se hicieron. Hace unos años, esa plata era un fortunón, eras millonario de verdad. Ahora, con la inflación, apenas alcanza para un par de medialunas y un café. Así que si la causa sigue su curso, el pago anticipado que hizo Cristina Kirchner a Lázaro Báez por las obras que no se construyeron supera actualizados los índices los $85.000 millones de pesos. Lo que en lenguaje kirchnerista se traduce como «tres campañas electorales y una reforma constitucional».
Mientras tanto, la Corte Suprema observa todo esto con el desgano de un jubilado mirando la novela de la tarde. Saben que tarde o temprano les va a tocar meter la mano en el asunto, pero por ahora dejan que el show siga su curso.
Cristina, por supuesto, sigue con su discurso de «me persiguen». Sí, señora, la persiguen. Pero no por su ideología -que no la tiene-, sino porque se afanó hasta los desodorantes de los inodoros de los baños de la Rosada. Si se descuidan, en cualquier momento aparece un peritaje confirmando que los billetes del Banco Central tienen la firma de Lázaro Báez.
Así que vayan preparando el pochoclo, porque esta novela promete más temporadas que Los Simuladores. ¿Terminará Cristina Kirchner pagando por lo que hizo y fue condenada, o nos sorprenderá con una nueva jugada maestra? Se aceptan apuestas, aunque todos sabemos que en Argentina la banca siempre gana. De paso no vendría mal que la justicia reabra el caso «Correo Argentino», y la mayor de las vergüenzas «Las espías a los familiares de los héroes del submarino ARA San Juan». A ver si este muchacho Macri deja de andar por los canales dando consejos sobre lo que él no tuvo las pelotas de hacer cuando fue Presidente. ¿Y si también la justicia avanza en la investigación de las denuncias contra Javier y Karina Milei entre otros por el escándalo $Libra?, o tienen colitis porque Milei es el Presidente?