Sí, señoras y señores, Cristina Fernández de Kirchner reapareció en modo “streamer peronista” desde su departamento de Constitución, rodeada de plantas, libros, la tobillera electrónica y una taza de café bien caliente. “¡No me dejan salir al balcón!”, denunció, pensando «A Evita la dejaron salir la noche del renunciamiento, porque yo no…»
Mientras en Plaza de Mayo la militancia agitaba banderas y pancartas recicladas de 2015, Cristina se clavó un mensaje por audio más producido que un disco de Lali. Voz grave, tono épico y mucha indignación vintage: “Este modelo se cae, y por eso me quieren presa”. O sea, según su lógica, la inflación, el ajuste y la recesión también son culpa de Magnetto y el fiscal Luciani. Todo cierra en su multiverso.
Los militantes, emocionados, repetían como mantra el clásico “Vamos a volver”, aunque ya no se sabe si se refieren a volver al poder o volver a pagar las expensas de tres meses. Algunos lloraban. Otros vendían choripán con QR. Todos, felices de verla aparecer aunque sea en formato podcast.
“Estoy firme, como siempre, con coraje”, dijo ella, mientras probablemente miraba de reojo si el delivery le traía la fugazzeta sin aceitunas negras.
Prometió seguir luchando, defendiendo la democracia y dando la vida… eso sí, siempre desde casa. No vaya a ser que le toquen el timbre los de la Corte.
Y como broche de oro, anunció que Lula la apoya, que vendría a visitarla “si le dan los tiempos”. Traducción: si no lo llaman para algo más importante. Porque hasta Lula, después de verla con tobillera, y de haber tenido una él mismo debe haber: “Cristina, meu querida amiga…. saí de elha, saí de elha maravilha”.