La tecnología es la principal protagonista de una nueva forma de consumir ficción que está conquistando a millones de jóvenes alrededor del mundo, especialmente de la generación Z. Se trata de los llamados “dramas verticales” o “micro ficciones”, un formato nacido en China y potenciado globalmente por plataformas como ReelShort, que combina narrativa adictiva, diseño mobile-first e inteligencia artificial para redefinir el entretenimiento digital.
Estos microdramas de entre 30 segundos y 3 minutos de duración -conocidos popularmente en China como duanjus– están optimizados para consumo rápido, emocional y en pantalla vertical. A diferencia de los tradicionales capítulos de streaming, apuestan por un ritmo acelerado de situaciones impactantes -adaptándose a las tendencias del consumo digital actual donde la atención es limitada- así como cliffhangers (picos de suspenso) en cada escena y una visualización serializada que se integra naturalmente al scroll en TikTok, Instagram o apps dedicadas como Kwai o también ShortMax o DramaBox.
“Son el equivalente audiovisual de una novela por entregas, optimizada para la atención fragmentada de nuestros tiempos. Es contenido pensado para el subte, para la espera, para el scroll sin culpa. No es solo viralidad, es una nueva forma de narrar, crear, monetizar y una oportunidad real para creadores, marcas y plataformas”, destaca Enrique Avogadro, fundador de Pulmón Creativo, en su newsletter.
El auge de este formato no es solo narrativo, es fundamentalmente tecnológico. Detrás del éxito de ReelShort -plataforma propiedad de la productora Crazy Maple Studio, pensada para llevar duanjus a nivel internacional y que pasó de 3,4 millones a 37 millones de descargas en un año- hay un ecosistema potenciado por algoritmos de recomendación personalizados, producción low-cost y sistemas de monetización gamificados mediante monedas virtuales.
De hecho, el modelo de negocio apuesta por un sistema “freemium”, donde los primeros episodios son gratuitos y el resto se desbloquea mediante la visualización de anuncios o compras de monedas virtuales. ReelShort utiliza un sistema donde los usuarios pueden comprar monedas para desbloquear episodios adicionales. Estas monedas se pueden adquirir viendo anuncios dentro de la aplicación o comprándolas directamente.
Vale destacar que la inteligencia artificial (IA) juega un rol protagónico en todo el circuito: desde la curaduría y edición de contenidos hasta el análisis de datos y la personalización de experiencias según los hábitos de cada usuario. Además, la IA se usa para optimizar la producción a escala, generar guiones, adaptar contenidos a distintos mercados e incluso automatizar pruebas de casting.
El fenómeno de microficciones no solo responde a un nuevo lenguaje narrativo, sino que también son una suerte de laboratorio de innovación donde la tecnología permite a las marcas y creadores producir, escalar y distribuir contenido nativo.
Avogadro cita algunos casos que destacan. Desde China, el microdrama El regreso del padre legendario es una historia clásica de vínculos rotos y redención con guión minimalista y montaje hiperacelerado, que acumuló millones de visualizaciones en TikTok. La clave está en su formato ultrabreve, su estructura basada en clímax inmediato y un motor algorítmico que detecta y potencia la emocionalidad.
Otro caso es el del diseñador de joyas Alexis Bittar, quien dio un giro inesperado al marketing tradicional con The Bittarverse, una serie de microdramas de lujo protagonizados por dos personajes ficticios. Con cápsulas narrativas de uno a tres minutos, la marca no solo promociona productos, sino que refuerza la idea de que las marcas pueden hoy operar como estudios de contenido, combinando narrativa de ficción, producción ágil y distribución digital automatizada vía redes sociales.
Otro ejemplo es el de Reesa Teesa, una usuaria norteamericano que compartió en TikTok una serie de más de 50 clips verticales en los que cuenta su historia real con un exmarido que mintió sobre todos los aspectos de su vida. El relato se convirtió en un caso de estudio de cómo la tecnología permite documentar experiencias personales como si fueran ficciones serializadas con más de 120 millones de vistas, conversaciones globales y una adaptación en desarrollo para TV.
En Argentina, Bon Vivant, del estudio The Eleven Hub (SDO Entertainment), es una microficción que combina calidad cinematográfica con lenguaje mobile-first, mientras que Vyco, una plataforma de We Latam, ya cuenta con más de 80 títulos y más de 21.000 episodios disponibles bajo un modelo freemium. Ambas iniciativas evidencian un ecosistema en crecimiento que piensa en formato vertical desde el origen, integrando guión, producción y distribución pensados para maximizar viralización, engagement y escalabilidad global.
Según Avogadro, el formato de las microficciones verticales no solo está transformando el contenido digital, sino que abre nuevas posibilidades para sectores diversos que buscan innovar en cómo comunican, educan o conectan con sus audiencias. Desde salud pública, que puede usar escenas breves para abordar temáticas sensibles con mayor cercanía, hasta educación, que puede inspirarse en estos formatos para diseñar aprendizajes por capítulos y con carga emocional.
También se vislumbran oportunidades en la promoción turística, con series que narren experiencias locales y en el universo de los emprendimientos sociales, que pueden transformar sus causas en relatos empáticos que logren viralidad desde el vínculo emocional.
En definitiva, estos formatos emergentes no son solo una tendencia estética o narrativa, sino que son una expresión de cómo la tecnología redefine el modo en que se produce, distribuye y consume contenido. Su lógica nativa para el celular, el uso de IA, la modularidad y la hipersegmentación los convierten en una herramienta versátil y escalable para comunicar, educar o emocionar en entornos de atención fragmentada.