¡Alerta en la ciudad! Alfredo Duarte (el capo de ATSA) y Carlos Bordes (el jefe del Colegio Médico), después de su rutina habitual de “a ver quién la tiene más larga en la Subsecretaría de Trabajo”, finalmente se dignaron a sentarse y hacer como que negociaban el futuro de 14 pobres trabajadores que quedaron mirando la puerta giratoria del colegio… mientras el gremio gritaba “¡Eso es ilegal!” (pero con menos energía que para pedir un café en la esquina).
Después de sudar la gota gorda (de tanto sentarse en sillas incómodas, no por la tensión), y ante la mirada perdida del funcionario de turno, se llegó a un “principio de acuerdo”. Eso sí, al mejor estilo telenovela: nada seguro, todo es provisorio hasta octubre, cuando vuelvan a reunirse… salvo que se olviden, claro.
El Colegio promete —en un acto de fe casi religioso— que no va a seguir despidiendo gente (al menos hasta fin de mes, después vemos). Eso sí, le está tirando onda a los que queden: “¿No te animás a un retiro voluntario? ¡Mirá que te damos hasta mate cocido!”.
¿Y los que ya sacaron boleto? Esos, como buenos guerreros, negociaron hasta la indemnización. El Colegio, ni corto ni perezoso, tiró el truco bajo la manga: “Te pago el 50%”, pero el gremio saltó con la Ley 247 bajo el brazo (que nadie nunca leyó, pero queda bien decirlo). Al final, tiraron manteca al techo: “Bueno, les damos el 75%” y más de uno firmó en cuanto vio la cifra, no fuera cosa de que después baje a 25%.
De los 14, nueve venían de la sanidad (al parecer el virus de la “reestructuración” no perdona especialidades), y todos dijeron “chau” con la mejor sonrisa que se puede tener cuando te quedas sin laburo. Algunos aún están esperando a ver si el retiro voluntario viene con bicicleta o set de cuchillos.
Aviso parroquial: ninguno de los despedidos pisa más el Colegio, que mantuvo firme la regla de “no se vuelve para atrás, porque ya gastamos el café en el brindis de despedida”.
¿El futuro? Un clásico asado de promesas: se pactó reunión nueva para el 30 de octubre (conservá este ticket) y ahí verán si, entre asamblea y pizarrón, inventan la forma de no fundirse del todo. Dicen por ahí que quizás el Colegio se fusione con otro sanatorio (con suerte, el que tenga café gratis), pero lo mantienen más secreto que la receta de las empanadas sanjuaninas.
Y para cerrar, el apocalipsis sanitario no es nuevo: hace más de un año que van de crisis en crisis, como una novela de Suar; todo causado por la migración de pacientes al hospital público, los precios de la gaseosa en el kiosco, y la obra social que cubre menos que un paraguas pinchado. El Cimyn, según rumores dignos de Radio Pasillo, iba a cerrar sus puertas… pero ahí sigue, aguantando como puede, igual que el bolsillo de todos.

