Un ladrón con aspiraciones de gourmet se mete a robar en una escuela, pero en vez de llevarse computadoras, proyectores o algo de valor, elige… ¡una pava eléctrica! 🫖 Porque claro, el crimen también necesita un buen mate cocido.
Pero lo mejor viene después: lo agarran infraganti, intenta escapar como en una película de acción mal dirigida y cuando lo atrapan, llega la barra brava familiar a defenderlo. ¿Con argumentos legales? No, señor. ¡A piedrazos contra la policía! Como si estuvieran en la final de un torneo barrial.
Y para cerrar con moño, la mamá también termina en cana. Porque en esa familia el “trabajo en equipo” es clave. Si el nene roba, la mamá lo banca, y el resto hace quilombo. Un caso ejemplar de «unidos robaremos»… o en este caso, «unidos al calabozo».