Un grupo de concejales de Caucete salió con los tapones de punta y puso sobre la mesa una bomba que huele a cable quemado: la Municipalidad debe una torta de guita a DECSA (Distribuidora Eléctrica de Caucete S.A.).
Los ediles Ramiro Fernández, Franco Buffagni, Pedro Gómez y Emanuel Castro fueron corriendo al Tribunal de Cuentas con una nota bien prolija —aunque con olor a desesperación— para contar que la deuda es tan grande que puede dejar las arcas municipales tan vacías como un freezer después de un asado.
La cuenta pendiente arrancó allá por diciembre de 2022 y siguió creciendo hasta enero de 2025, según cantó en conferencia el EPRE (Ente Provincial Regulador de la Electricidad). No sólo confirmaron que el agujero es enorme, sino que además advirtieron que si no la pagan, el municipio puede terminar embargado y sin un mango para pagarle a nadie, ni a los empleados ni al que pasa a regar las plantas.
La pesadilla de los concejales es clara: que DECSA les corte la luz y terminen laburando a vela y con calculadora a pilas.
Por eso, fueron a golpearle la puerta al Tribunal de Cuentas para que meta mano, revise cuentas, y —con suerte— evite que la Municipalidad termine en la ruina o rifando las sillas del Concejo para juntar plata.
Mientras tanto, desde el Concejo repiten como loro la importancia de la transparencia, el control y toda esa sarasa institucional que suena muy linda… hasta que llega la boleta de luz y te deja mirando el cielo.
Conclusión: Caucete está al borde de quedar a oscuras. Y no por romanticismo.

