Parece que el turismo espiritual del Valle del Elqui se estaba yendo un poco de mambo. Ya no alcanzaban los cuarzos, las energías cósmicas ni los retiros de silencio. Así que alguien, muy emprendedor, dijo: “¿Y si plantamos algo que realmente haga volar?”
Y volaron, nomás. No los turistas, sino los carabineros, que aterrizaron en helicóptero y con cara de que no creían lo que estaban viendo: 9.400 plantitas de marihuana, cada una más alta que un intendente con ego inflado. ¡Casi cuatro metros de amor vegetal y fotosíntesis criminal! Una selva esmeralda de cannabis que ni Bob Marley en sueños se habría imaginado.
El operativo fue histórico. Más de doce horas de trabajo rural, o sea, una jornada laboral como la que nunca cumple ningún diputado. Con drones, helicópteros, chalecos antibalas y probablemente algún carabinero que preguntó si eso se fumaba “por fines medicinales”.
Pero no todo fue risas: también se encontraron armas, municiones y tres muchachos que seguro no estaban ahí para hacer jardinería orgánica. Aunque admitamos: regaban bien. Lo justo es lo justo.
Desde ya, las autoridades chilenas celebran el golpe al narcotráfico, mientras que en algunas casas de San Juan se vive el luto: varias personas se quedaron sin proveedor habitual para pasar la semana santa con otra cara.
Y ojo, que esto fue a solo 300 kilómetros del Paso Agua Negra. O sea, no tan lejos como para no sospechar, pero lo suficiente para que nadie se hiciera cargo. Como siempre.
¿Conclusión? En el Valle del Elqui se alinearon los planetas… pero también se fumaron medio sistema solar.