El vicegobernador Fabián Martín, con cara de “ya me enteré”, salió a hablar de los pedidos de informes que el bloque oficialista metió en la Cámara de Diputados. ¿Sobre qué? Sobre presuntas irregularidades de la era dorada del uñaquismo. Y no, no hablamos de la irregularidad de andar en invierno con campera inflada y aire en 26, sino de sobreprecios, contrataciones con olor raro y caños… muchos caños. Más caños que el órgano del auditorio Juan Victoria.
“Si aparece alguna prueba, podríamos hacer denuncias penales”, dijo Martín en mientras abría una carpeta titulada «Uñac y sus muchachos: ¿obra o ficción?». Cuando le preguntaron si creía que el exgobernador podría tener algo que ver, no dudó: “Y… es probable. Podría ser él. O ministros. O el primo, O el cuñado del portero. Uno nunca sabe.”
Uno de los episodios de esta serie estilo “House of Caños” incluye la obra del Acueducto Gran Tulum. Según Martín, se compró cañería por electro fusión —un nombre que suena más a banda de tecno noruego que a material hidráulico— y cuando la probaron… ¡sorpresa! No andaba ni para regar una maceta. Hubo que cambiarla por otra más resistente, construida por termo fusión. Es decir: pagamos el doble por algo que no funcionaba ni para hacer burbujas.
El dato jugoso: la cañería costó 50 millones de dólares. Sí, leyó bien, CINCUENTA. O sea, con esa plata podés comprarte un departamento frente al Vaticano y aún te sobra para un spa con bidet inteligente.
Pero no todo son caños en esta novela. También hay remedios. En el Ministerio de Desarrollo Humano, dicen que se compraron medicamentos con sobreprecio. Martín reveló que la persona a cargo del área de Farmacia alertó formalmente sobre el tema. Pero al parecer, su carta fue archivada en la misma carpeta donde están los sueños del incumplidos del sanjuanino Jacinto Gil.
La situación siguió igual, con el mismo proveedor y el mismo método: pagar como si fueran remedios traídos de Narnia. Nadie se inmutó. Total, el presupuesto público parece que tiene superpoderes de regeneración. Más que el Wolverine.
Martín remató diciendo que estos pedidos de informe quieren “investigar lo que hace ruido”. A este paso, la Cámara de Diputados se va a convertir en un taller mecánico de tanto ruido a junta soplada.
Y claro, como tienen solo 12 de los 36 diputados, dependen de los “algunos que a veces apoyan y a veces no”. O sea, un poco de fe, un poco de rosca, y un montón de otras cosas que surten efecto inmediato.
¿Conclusión? El vice salió a ponerle voz a lo que muchos ya sospechan: que entre caños flojos de papeles en el acueducto Tulúm y remedios caros, la gestión anterior no dejó agua ni pastilla sin facturar. Pero tranquilos, que ahora sí se va a investigar… apenas consigan los votos, las pruebas, el respaldo, y por supuesto, el visto bueno del destino.