Botafogo le ganó 3-1 a Atlético Mineiro en el estadio Monumental de Buenos Aires y se consagró campeón de la Copa Libertadores 2024 a pesar de jugar con uno menos desde el primer minuto de juego. Con este resultado, el equipo de Río de Janeiro ganó la primera Libertadores de su historia, clasificó al Mundial de Clubes 2025 y será rival de Racing en la Recopa Sudamericana que se disputará en febrero del año próximo.
El partido comenzó con una incidencia récord. A los pocos segundos de comenzado el partido, el mediocampista Gregore, de Botafogo, pegó un planchazo sobre la cabeza del argentino Fausto Vera y se fue expulsado.
Tras unos instantes de duda, el cuerpo técnico del conjunto carioca, con el portugués Artur Jorge a la cabeza, optó por no realizar cambios y mantuvo a los 10 jugadores en cancha para hacerle frente a un Mineiro que se vio obligado a hacerse protagonista del partido.
El equipo conducido por Gabriel Milito, verdugo de San Lorenzo y River en las fases eliminatorias, se adueñó rápidamente de la pelota mientras Botafogo trataba de hacer pie con el argentino Alexander Barboza como voz mandante en la defensa.
A pesar de jugar 10 contra 11 desde el arranque, el Fogão evitó meterse demasiado atrás y, de la mano de Thiago Almada, intentó buscar opciones en ataque. El ex Vélez campeón del mundo con la Selección Argentina, que este año llegó al Botafogo procedente del Atlanta United a cambio de 21 millones de dólares (el pase más caro en la historia del Brasileirao), condujo lo que terminó siendo el gol de la apertura.
El tanto lo marcó Luiz Henrique, quien aprovechó un rebote y sentenció ante el arquero Éverson.
Mineiro recibió el impacto de verse abajo en el marcador a pesar de la ventaja numérica y la pesadilla se hizo todavía peor unos minutos después cuando Éverson dudó en una salida y derribó a Luiz Henrique, cometiendo un penal que el árbitro Tello sancionó luego de ser convocado por el VAR.
Alex Telles se hizo cargo de la falta y pateó con mucha confianza para poner el 2-0 parcial, desatando la sorpresa y la locura de los hinchas cariocas en el Monumental.
La estadística sobre el final del primer tiempo fue contundente. Mineiro tuvo casi el 80 por ciento de la posesión de la pelota, con dos remates al arco por bando: los del Botafogo terminaron en el fondo de la red.
Algo dijo Milito en el entretiempo porque Mineiro salió con otro ímpetu a jugar la segunda mitad. El entrenador argentino tomó una decisión clave: mandó a la cancha al chileno Eduardo Vargas en reemplazo de Gustavo Scarpa, uno de los jugadores más renombrados pero de flojo rendimiento en el Monumental.
El trasandino apareció rápido en el partido: en la primera jugada del complemento conectó de cabeza un tiro de esquina pateado por Hulk y clavó la pelota en el ángulo derecho del arquero John. Fue el 2-1 y el arranque de un partidazo para la final de la Libertadores.
Como era de esperarse, Mineiro se fue con todo en dirección al arco del Botafogo, sumando chances de gol y poniendo la final al rojo vivo. La entrada de Vargas le cambió la cara a los de Belo Horizonte, que empezaron a hacer figura al arquero John.
El chileno Vargas tuvo dos clarísimas para llegar al empate cuando al partido le quedaban un puñado de minutos. En la primera punteó una buena pelota en el corazón del área y su remate se fue por arriba, pegadito al travesaño. La segunda fue todavía más peligrosa: se vio mano a mano con John tras un error de la dupla central de Botafogo y, con la pelota picando, quiso ponerla por arrba del arquero y la mandó a cualquier parte. Gabriel Milito, al costado de la cancha, se llevó las manos a la cabeza sin poder creer lo que estaba viendo.
Sobre el final, cuando se terminaba el partido, Botafogo marcó el 3-1 gracias a una guapeada de Júnior Santos.