Boca e Independiente le bajaron el telón a su participación deportiva en 2024. Con apenas un puñado de situaciones y pocas luces a la hora de las definiciones, moldearon un empate sin goles que volvió a despertar una silbatina en la Bombonera para despedir a un equipo y a su entrenador, Fernando Gago, que no parece haber encontrado todavía la dinámica adecuada para ponerle su sello. Antes habían cantando por la clasificación a la Copa Libertadores, que los tendrá pendientes de la definición del título de la Liga Profesional este domingo, deseando que Huracán no sea campeón para aspirar -de máxima- a la Fase Previa 2 del principal torneo continental.
Si bien el local había comenzado sacándole jugo al costado izquierdo de su ataque. Desde esa banda Exequiel Zeballos y Marcelo Saracchi fueron los que más trabajo le dieron Federico Vera, que cubría ese sector y terminó siendo el que ganó la pulseada con ambos. El equipo de Gago buscó el desequilibrio con esa fórmula: desbordes y centros que no encontraron un destinatario que estuviera fino.
El local intentó cortar el juego de la visita y en muchas ocasiones lo hizo con éxito, concretando contragolpes que encontraron la mayoría de las veces mal parado al equipo de Julio Vaccari. Independiente logró ganarle el medio a Boca, que recurrentemente cortó con faltas que no siempre terminaron con amonestaciones. El Rojo fue el que mejor buscó, pero resolvió siempre de manera deficiente.
En el segundo tiempo Boca se salvó antes del minuto. Marcos Rojo la sacó en la línea antes de que entrara la pelota tras una mala salida de Leandro Brey que no pudo impedir que Lautaro Millán lo primereara. El defensor de Boca se arrojó al suelo y con el envión evitó el gol.
En la siguiente jugada el que se salvó fue Independiente: Saracchi le puso una pelota en profundidad a Zeballos que controló en velocidad y cuando estaba por definir, llegó Vera desde atrás para moverle la pelota y evitar el remate. Si en la primera parte las situaciones habían sido tímidas, en la segunda aparecieron rápido. Pero del mismo modo se espaciaron.
En cada ataque, el equipo que defendía demostraba sus falencias. Los dos experimentaron el fenómeno y lo que se repitieron fueron las imprecisiones. Los dos entrenadores metieron cambios para intentar cambiar el curso que llevaba el juego, pero no hubo lugar para incorporar mayores emociones.
De algún modo, Independiente no tenía la necesidad de un triunfo ya que llegó a la última fecha con su participación asegurada en la próxima Copa Sudamericana. Tres puntos más, tres puntos menos, para Boca eran lo mismo si no fuese por la presión de su gente que esperaba un festejo en la última fecha.
La expectativa del Xeneize está puesta en la definición del campeonato: de los tres que pueden ser campeones, la consagración de dos le dan la posibilidad de ingresar a la fase preliminar de la Libertadores. En cambio, si Huracán da el batacazo, el equipo de Gago deberá conformarse con la Sudamericana.
Esa falta de necesidad atentó contra el partido. Ninguno arriesgo más de la cuenta por buscar el triunfo. En todo caso, para ambos era mejor negocio evitar la derrota que buscar el triunfo. Así las cosas los dos tuvieron alguna ocasión más que no pudo capitalizar. Independiente estuvo más cerca en una jugada que Brey mostró sus dos caras: salió (otra vez) mal a cortar un centro que Marcone alcanzó a cabecear al arco desprotegido, pero el arquero volvió sobre sus pasos a tiempo para sacar la pelota al tiro de esquina.
Ignacio Maestro Puch, que comenzó como suplente, tuvo una inmejorable en sus pies cuando trabó desde el suelo con Lautaro Di Lollo, ganó la pelota e intentó cruzarla al palo lejano del arquero, muy desviado.
Con menos que Independiente, Boca terminó siendo un espectador en la segunda parte. No logró hilvanar si quiera contragolpes y le faltó profundidad en cada uno de sus avances. El pitazo final marcó el comienzo de las vacaciones y el suspenso para el Xeneize, que mirará por TV la definición del campeoanto y sabrá cuál será su calendario en 2025
