Marcos Gabriel Pereyra (23), el responsable del siniestro, tenía rastros de marihuana y cocaína en su organismo, según los análisis toxicológicos preliminares. Este joven, además, es acusado de matar también a su amigo, Mirko Aballay Allende (23), quien viajaba con él en la Toyota Hilux.
Pereyra, aconsejado por su abogado Marcelo Fernández, se negó a declarar ante el juez Eugenio Barbera, quien resolvió enviarlo al Penal de Chimbas bajo prisión preventiva por seis meses. La solicitud fue realizada por el fiscal de la UFI Delitos Especiales Sebastián Gómez, junto con los ayudantes César Recio y Adrián Elizondo.
Según las investigaciones, la camioneta conducida por Pereyra transitaba a una velocidad temeraria esa noche, sobre la Ruta 183 hacia el Oeste. En la zona de La Majadita, a la altura de Amable Jones, el acusado perdió el control del vehículo en una curva peligrosa, invadió el carril contrario y embistió de frente al Volkswagen Gol de Torres Figueroa. El impacto fue tan brutal que el conductor murió en el acto, dejando a su pareja, Vanesa Ahumada (34), con heridas gravísimas por las que sigue internada.
La negligencia criminal de Pereyra no solo destruyó la vida de una familia, sino que también le costó la vida a su propio amigo, Aballay, con quien mantenía una relación cercana. Una foto tomada horas antes del siniestro muestra a ambos sonrientes junto a amigos, sin imaginar la tragedia que se desataría por la imprudencia y el consumo de sustancias.
Mientras tanto, la familia de Torres Figueroa clama por justicia. «No merece volver a ver la luz del sol», exigen entre lágrimas. Ahumada, quien junto a su pareja regresaba de un cumpleaños familiar, lucha por recuperarse mientras el dolor de la pérdida sigue presente.
La tragedia no solo enluta a estas familias, sino que pone de manifiesto, una vez más, las consecuencias devastadoras de combinar drogas, alcohol y conducción irresponsable. ¿Cuántas vidas más deben perderse para que el peso de la ley caiga con fuerza sobre estos criminales al volante?