En una clase de primaria en la escuela Elvira de la Riestra de Lainez, en Ullum, ocurrió un accidente grave: una alumna de aproximadamente 9 años, de apellido Molina, resultó con quemaduras en el rostro y el pecho. El incidente se produjo durante una exposición escolar, cuando la estructura que llevó la niña (una maqueta de volcán) aparentemente contenía alcohol inflamable, y las llamas se propagaron rápidamente.
El fuego desató el pánico entre los alumnos, los docentes y los padres presentes. Bomberos, policía y una ambulancia llegaron con urgencia al lugar para socorrer a la menor.
Tras los primeros auxilios, la niña fue trasladada al Hospital Marcial Quiroga, que dispone de un área especializada para quemados, y luego derivada al Hospital Rawson, donde fue internada en terapia intensiva.
Las autoridades educativas ya reaccionaron: el Ministerio de Educación enviará supervisores a la escuela para investigar qué sucedió, si hubo negligencia docente o fallas en los protocolos de seguridad.
El hecho abre un debate urgente sobre los riesgos de las demostraciones científicas escolares: ¿cuánto se está privilegiando el “impacto visual” por sobre la seguridad real? Este caso parece respondido por error más que por ejercicio pedagógico responsable.

