Enfermo de cáncer, el expresidente de Uruguay, José Mujica, fue internado este martes en el Policlínico Casmu, en Montevideo, «para mejorar sus cuidados». Y se esperaba que sea dado de alta en 24 o 48 horas, informaron medios uruguayos.
Fuentes médicas también sumaron que «se están haciendo estudios para controlar sus valores».
Días atrás Mujica dijo en una nota publicada el viernes por The New York Times que se siente «deshecho» y «perdiendo» la vida.
«Me hicieron un tratamiento con radiología», dijo Mujica, de 89 años, al ser consultado sobre su salud. «Según los médicos, anduvo bien, pero yo estoy deshecho«.
«Estoy en tiempo de irme»
«La vida es hermosa. Con todas sus peripecias, amo la vida. Y la estoy perdiendo porque estoy en el tiempo de irme», agregó luego.

A fines de abril Mujica anunció en conferencia de prensa que tenía un tumor en el esófago y que era «muy comprometido”.
“Es doblemente comprometido en mi caso porque tengo una enfermedad inmunológica hace 20 años que me afectó los riñones”, dijo ante la prensa, y destacó que por eso hay dificultades para recibir tratamiento médico y cirugía.
Mujica, un ex guerrillero que gobernó Uruguay de 2010 a 2015 de la mano del Frente Amplio y sigue siendo una influyente figura en la política nacional y en la izquierda latinoamericana.
Vive en una modesta finca en las afueras de Montevideo, donde se recupera de las sesiones de radioterapia que recibió hasta mediados de junio.
Mujica, quien se alzó en armas bajo gobiernos democráticos en los años 1960 y 1970 y estuvo 13 años preso, la mayor parte durante la dictadura cívico-militar (1973-1985) y en duras condiciones, convalece de su enfermedad junto a su esposa, Lucía Topolansky, una ex guerrillera como él que llegó a ser vicepresidenta de Uruguay (2017-2020).
Pero el tratamiento es duro.
Tras finalizar un intenso tratamiento de radioterapia en junio, el expresidente uruguayo sufrió las secuelas de la radiación acumulada, lo que le provocó una severa inflamación en su aparato digestivo, dificultando su capacidad para ingerir alimentos sólidos.
«Desgraciadamente solo puede comer sopita, algún jugo, alguna gelatina, y los uruguayos estamos acostumbrados a prendernos al asado, al guiso, a otra cosa, y es penoso eso», contó Lucía Topolansky, su mujer.