Aparecieron afiches en la madrugada. Otra vez. Porque si algo ama el peronismo más que una interna, es empapelar la ciudad mientras el pueblo duerme. Esta vez la consigna fue: “Primero la Patria”, que suena épica, pero en versión criolla se traduce: «Primero nosotros, después discutimos si Cristina o Kicillof nos arruina más».
El diputado Walberto Allende, con la templanza de quien huele el humo desde La Plata y prefiere prender su propio fueguito, declaró que quieren alejarse de esa interna tóxica entre Axelito y la Jefa. ¡Claro! Entre tanta pelea en Buenos Aires, en las provincias ya no saben si están militando o mirando Gran Hermano Edición La Cámpora.
“Queremos caminar en bloque”, dijo Allende, y uno imagina a todos los legisladores provinciales marchando al ritmo de la Marcha Peronista remixada por DJ Sergio Uñac, con auriculares de unidad y zapatillas de federalismo.
Pero ojo, que esto no es una interna nueva, eh. No, señor. Esto es una agrupación. ¿Y qué hace una agrupación peronista? Bueno, básicamente agrupa. Agrupa gente que no quiere estar con otra gente del mismo partido. Es como un club dentro del club, con el mismo escudo, pero sin el buffet compartido.
Y para que no se los confunda con “una lista clandestina” (como si fueran Los Palmeras en versión montonera), ya avisaron al PJ. No vaya a ser cosa que les toque la marcha sin copyright.
Lo mejor es que lo dicen sin pudor: no estamos dispuestos a ir a una interna. Claro, la palabra “interna” en el peronismo es como “lactosa” para los intolerantes. Produce sarpullido, urticaria y… listas colectoras.
Así las cosas, San Juan se acomoda en la platea federal a ver cómo se pelean los de Capital, mientras intenta armar su propio capítulo de «Peronistas que se quieren pero no tanto». La novela continúa. Falta que entren Randazzo, Massa y un holograma de Perón cantando trap.