ROMA.- Hace exactamente cinco años, el 27 de marzo de 2020, el papa Francisco conmovió a un mundo asustado y encerrado por diversas cuarentenas, al presentarse solo, en una Plaza de San Pedro totalmente vacía, para suplicarle a Dios liberar a la humanidad de las “densas tinieblas” causadas por la pandemia del Covid-19. Entonces, el papa Francisco, de 83 años y físicamente en buena forma, recordó que “nadie se salva solo” ya que todos estamos en la misma barca.
Cinco años después, es Francisco, de 88 años, quien se encuentra aislado en su casa de Santa Marta, en convalecencia después de 38 días internado por una difícil neumonía. Y son millones las personas en el mundo que están rezando por su recuperación, como destacó el monseñor argentino Lucio Adrián Ruiz, número dos del Dicasterio para la Comunicación, en una entrevista con LA NACION.
“Ahora el Papa tiene que cuidarse, pero él sigue guiando a la Iglesia aunque no lo veamos”, aclaró monseñor Ruiz, sacerdote santafesino de 60 años que hace cuatro años realizó un libro especial para evocar ese extraordinario momento del 27 de marzo de 2020 que, incluso en una versión minúscula -seis centímetros por ocho- logró llevar a la llamada “Arca de Noé”, el búnker que guarda más de un millón de semillas provenientes de todos los países del mundo, en las islas noruegas de Svalbard, uno de los lugares más seguros del planeta; y en otra aun más pequeña, al espacio.
-Hoy se cumplen cinco años de esa imploración del Papa, solo, rezando por el fin de la pandemia, mientras ahora se encuentra él, solo, en Santa Marta, recuperándose de la crisis de salud más seria de su pontificado… ¿Cuál es el significado?
-Creo que es ese es ir y volver de la gracia y de conectar la vida de los que creen y los que aman. Cinco años atrás el Papa salía solo, bajo la lluvia, mientras todos estábamos encerrados sin salir. Y salía para rezar por nosotros, por el fin de la pandemia, para que tengamos esperanza, para que tengamos fe. Hoy, a cinco años, seguimos recibiendo esa exhortación de él, a nivel mundial pero también a nivel personal, y por eso la invitación a que volvamos a leer esa homilía de esa noche. Y en una situación especial: esa vez él caminaba solo por nosotros, ahora nosotros caminamos todos junto a él para darle fuerza, para darle ánimos, para darle ese acompañamiento del pueblo de Dios a su pastor que amamos.
-Hoy la Sala de Prensa de la Santa Sede difundió el calendario de eventos de la Pascua, al momento sin el Papa, pero tampoco con ningún otro colaborador… ¿Es una buena señal, podemos esperarnos que aparezca el Papa de alguna forma en la Semana Santa (que empieza el 13 de abril)?
-Esas son cosas que no podemos saber porque son cuestiones médicas de cómo va reaccionando él. Pero creo que más allá de la presencia física o no, es la presencia de él como pastor que sigue guiando la Iglesia aún cuando no se lo vea. Y creo que eso es muy importante para nosotros que tenemos fe, que no es solamente cuando lo vemos: él guía a la Iglesia y sigue guiando a la Iglesia, aunque nosotros no lo veamos porque su salud no le permite dejarse ver.
-El Papa fue dado de alta el domingo y ya cumplió más de cuatro días de convalecencia en su casa de Santa Marta: ¿cómo está?
-No tengo ulteriores informaciones de cómo va evolucionando, pero el hecho de que justamente no tengamos noticias, de acuerdo con la dinámica que teníamos, significa que, gracias a Dios, todo va bien… Si no, ya estaría de nuevo en el Gemelli. El hecho de que esté en casa es muy bueno, siguiendo las prescripciones de sus médicos, que son reposo y fisioterapias respiratoria, motora y farmacológica.
-Sus médicos dijeron que durante su internación estuvo dos veces al borde de la muerte: ¿cómo vive y vivió usted este momento?
-¿Cómo lo viví? En esos momentos difíciles lo viví con el dolor de acompañar a quien uno ama y que por la fe uno sabe quién es. Fueron momentos de mucha tristeza, pero también de mucha esperanza en la voluntad de Dios y en el saber que él siempre fue y es una persona de fe importante. Él estaba en las manos de la Virgen y él nos ha enseñado a vivir en la Cruz sin miedo y con fe, como dijo el 27 de marzo de 2020: ¿Por qué tienen miedo? ¿Aun no tienen fe?. Y ahora vivo con gran alegría que pudo volver a casa y que se va a recuperando de a poco y de saber que, como decía antes, que sigue guiando a la Iglesia, aún cuando no lo podamos ver. Y con un gran sentido de la responsabilidad de poder ayudar más aún en lo que sabemos qué él quiere, como en el proceso de la curia, en el servicio y de la misión que tenemos. Es decir, no hace falta que nos esté diciendo todos los días qué tenemos que hacer, sino que sabemos lo que hay que hacer y cómo y la responsabilidad de responder hoy con lo que debemos hacer.
-Usted, que lo conoce bien al Papa y su tenacidad, determinación y voluntad de no rendirse, ¿cómo se espera esta recuperación?
-No he hablado con él ni lo he visto, pero desde toda la enseñanza que él nos ha dado siempre, yo creo que lo está viviendo con una fe profunda, con un amor profundo y con una humildad profunda. O sea, de alguien que se pone en las manos de Dios, aún “cuando parece que Jesús duerme”, como dijo el 27 de marzo de 2020… Creo que la serenidad de su fe es lo que nos está iluminando, porque esto también es una cosa bonita e importante: enseñarnos a vivir en la fe en el Padre, como Jesús, dormir en la tempestad, en la tormenta… Esta enseñanza magisterial también es importante para la Iglesia: no solamente creemos y estamos bien cuando todo está bien o es positivo. También en la Cruz sabemos abrazar y sabemos dormir en los brazos del Padre.
-Usted vivió el final del pontificado de san Juan Pablo II, que al final, por el mal de Parkinson, tenía dificultades para comunicar. ¿Nos podemos imaginar una Pascua en la cual el Papa está presente y alguien en su nombre pronuncia las homilías?
-No lo sé, aún no ha sido decidido, depende de cómo evolucione, pero lo que yo digo es que ahora el Papa se tiene que cuidar. Él, en su estado, está progresando, pero los médicos le dijeron dos meses, al menos, para recuperarse. Yo quiero que se recupere bien, no que esté haciendo cosas que no debe hacer, simplemente para estar ahí presente. Si Dios hoy lo quiere encerrado, rezando, amando a la Iglesia y en comunión con Dios, en su pieza, “escondido”, pues bueno, ahí estará haciendo de Pontífice. Él es el Sumo Pontífice y él está pontificando entre Dios y los hombres en cualquier lugar Dios se lo esté pidiendo. Por eso lo que no quisiera es que, por presiones, por esto o por aquello, por algún motivo innecesario, tenga que hacer algo que después le haga mal. Necesitamos que se recupere.
-Usted es el experto del Vaticano en redes sociales, blogs, influencers y demás: ¿qué opina de la oleada de noticias falsas que hubo durante la internación de Francisco?
-El tema de las redes en todo este tiempo lo he vivido en dos realidades distintas. Una la que usted decía, es decir, todas las fake news, invenciones sin pies ni cabeza y que ahora se demuestran que eran mentiras y me pregunto qué sentirá la gente que lo mató tantas veces. Esa parte la viví con mucha tristeza, porque creó tristeza en el corazón de muchas personas y nadie tiene derecho a hacer eso. Pero hubo otra parte de muchísimos jóvenes, influencers y demás que dieron muchísimo amor, que han mandado mensajes, videos para él, reels, que han organizado reuniones, rosarios, cadenas de oración… Fue un flujo de amor muy muy grande y eso fue muy bonito.
-No sé si vio que en una entrevista uno de sus médicos destacó el poder de las oraciones en la recuperación del Papa en los dos momentos críticos que tuvo… ¿Todo eso pudo haber influido en cómo se salvó el Papa?
-Claro que sí: el amor del pueblo de Dios, las oraciones, son la linfa de la vida de la Iglesia. Y la ternura que le hemos dado todos ayuda para que siga adelante y para que no afloje, porque todos necesitamos de ese cariño y de ese acompañamiento. Y estábamos todos, el pueblo respondió. Y esto evoca, de nuevo, la oración del 27 de marzo de 2020: hoy estamos caminando con él.
-¿En este contexto muy especial, cree que es posible una renuncia?
-Yo no lo sé, pero simplemente creo que Francisco es un pastor responsable y enamorado de Dios y de la Iglesia. Y lo dijo siempre él: “Mientras yo pueda, seguiré adelante. Si alguna vez veo que no puedo, dejaré”. Creo que nadie tiene el derecho ni la posibilidad de decir qué va a hacer porque es él, delante de Dios, que irá viendo cada día qué cosa le va pidiendo Dios. Por eso me parece infundado y gratuito hablar de renuncia, nadie lo puede decir porque es una respuesta suya a Dios, que lo llamó en un momento y lo sigue llamando.