Si algo caracteriza al peronismo sanjuanino es su capacidad para hacer del caos una tradición. Esta vez, la novela se centró en el supuesto quiebre del bloque uñaquista en la Legislatura. ¿Se rompió? ¿Hubo traiciones? ¿Vuelan las sillas? Tranquilos, muchachos, que el manual del peronismo siempre tiene una respuesta estándar: «Acá no pasa nada». Lo dicen con la misma convicción con la que un tipo casado le jura a su esposa que solo salió “a tomar algo con los pibes”.
Pero la verdad es otra. La realidad del PJ en San Juan es como un matrimonio roto que finge unidad por el qué dirán. Todos se miran con desconfianza, cuchichean en los pasillos y hacen cálculos para ver quién traiciona primero y mejor. Lo más gracioso es que, mientras los medios contaban la supuesta fractura del bloque, los protagonistas salieron a hacer lo único que saben hacer bien: negar la evidencia y culpar a la prensa.
HOMENAJE A LAS MUJERES… Y A LAS PUÑALADAS TRAPERAS
Todo empezó en un homenaje a las mujeres sanjuaninas. Un evento emotivo, lleno de abrazos falsos y discursos reciclados de Google. Sin embargo, la verdadera acción estaba en los pasillos de la Legislatura, donde los peronistas se daban con todo.
La bomba explotó cuando un medio publicó que el bloque uñaquista estaba al borde del colapso. La respuesta del PJ fue un clásico: «Nada que ver, estamos más unidos que nunca». Claro, lo dicen los mismos que en los últimos meses han perdido más aliados que el Titanic botes salvavidas.
Para calmar las aguas, emitieron un comunicado en el que básicamente dicen: “Seguimos juntos, somos fieles, no nos dejen de querer”. Y por si quedaban dudas, sacaron la infaltable foto de unidad, con esas sonrisas que en política significan: “En cuanto te descuides, te voy a serruchar las piernas”.
QUIROGA MOYANO: ¿LÍDER O ADORNO DE ESCRITORIO?
En el medio del escándalo quedó Juan Carlos Quiroga Moyano, el supuesto jefe del bloque. Pero la realidad es que Quiroga Moyano lidera el PJ más o menos como un semáforo roto regula el tránsito: está ahí, pero nadie le da pelota. En la práctica, quienes manejan los hilos son las diputadas Fernanda Paredes y Marisa López, mientras Quiroga Moyano intenta convencer a alguien (sin éxito) de que todavía tiene autoridad.
El problema del PJ no es la unidad, sino que ya no tienen con qué comprarla. Antes, cuando estaban en el poder, las diferencias se resolvían con cargos, contratos y subsidios mágicos. Ahora, sin la caja del Estado, retener lealtades se volvió tan difícil como mantener una dieta en un asado.
Los aliados de ayer hoy están «dialogando» con el Gobierno de Orrego. El Partido Bloquista ya prácticamente cambió de dueño, y exintendentes uñaquistas andan más cerca del oficialismo que de sus antiguos compañeros. Claro, no se fueron, solo «están en conversaciones». Lo mismo que diría un tipo si lo agarran con otra: «No es lo que parece».
UNA TRAGICOMEDIA QUE NO TERMINA
Mientras el PJ intenta tapar el sol con un dedo, adentro nadie confía en nadie. Todos buscan al “topo” que filtró la noticia del quiebre. Algunos sospechan de una diputada con aspiraciones electorales, otros creen que fue una maniobra para desgastar a Uñac. Lo cierto es que el peronismo sanjuanino ya no es una estructura de poder: es un zoológico donde cada uno trata de salvarse solo.
El gran test será el 1 de abril, cuando Orrego abra las sesiones ordinarias. Ese día veremos si el PJ todavía existe como bloque o si algunos diputados empiezan a aplaudir al gobernador con más entusiasmo que los propios oficialistas.
Por ahora, lo único seguro es que el peronismo sanjuanino se convirtió en su peor enemigo. Sin cargos, sin poder y sin estrategia, lo único que les queda es hacer lo que mejor saben: negar la realidad, abrazarse falsamente y esperar que nadie note que están a punto de desbandarse.