Enero en San Juan no solo trajo calor, sino también un aumento del 12% en el precio de la carne. ¡Y eso que solo estamos hablando del primer mes del año! Los carniceros están más tensos que un filete mal cortado, y los consumidores miran los precios como si fueran números de la lotería.
Orlando Rodríguez, de la carnicería Trozadero Don Orlando, intenta mantener la calma mientras explica: “Desde diciembre, los precios han subido entre un 30% y un 40%. ¡Es como si la carne hubiera decidido irse de vacaciones a Miami sin avisar!”. Para no desanimar a los clientes, Orlando ha recurrido a las ofertas: “Si compras 10 kilos de carne, te regalamos una cebolla… ¡y una sonrisa!”.
Pero no todos están dispuestos a pagar lo que sea por un buen asado. Algunos clientes han empezado a cambiar sus hábitos de compra. “Ahora vienen y preguntan: ‘¿Qué hay más barato que el aire?’”, bromea Orlando. “Les ofrecemos cortes económicos, pero algunos miran el precio y dicen: ‘Mejor me como una zapatilla, seguro está más tierna’”.
En Frigorífico Don Iñaki, Claudio Silva también está en modo supervivencia. “La oferta de carne ha bajado entre un 20% y un 30%. ¡Los vacas están en huelga!”, dice entre risas. “Y no es que la gente quiera más carne, es que hay menos vacas dispuestas a sacrificarse por nuestro asado dominguero”.
Claudio también explica que los precios en gancho son una cosa, pero en la góndola se multiplican como conejos. “Si ves un precio en gancho, multiplícalo por dos y añádele un poco de drama. Así sabrás cuánto vas a pagar en la góndola”.
Mientras tanto, los consumidores se las ingenian para no renunciar a su amor por la carne. Algunos han empezado a comprar cortes económicos y los marinan durante horas para convencerse de que están comiendo un bife de chorizo. Otros directamente han optado por el “asado imaginario”: se sientan frente a una parrilla vacía y dicen: “¿Huelen eso? ¡Es el aroma de la carne que podría estar comiendo si no fuera tan cara!”.
En resumen, la carne en San Juan se ha convertido en un lujo digno de un rey… o de alguien que no le tema a las deudas. Pero mientras los precios sigan subiendo, los carniceros y consumidores seguirán bailando al ritmo de la inflación, con un ojo en la parrilla y el otro en la billetera.
¡Y recuerden, si la carne está muy cara, siempre queda la opción de hacerse vegetariano… hasta que la lechuga también suba de precio!