«Una pesadilla en el Monumental», se podría titular. Atlético Tucumán volvió a jugar mal, y esta vez lo pagó muy caro en casa; demasiado se podría decir. En su estreno en el José Fierro en este Torneo Apertura 2025 y con varias modificaciones en el once de siempre, Deportivo Riestra goleó al Decano por 3-0 y profundizó su mal arranque en el certamen. La derrota (segunda consecutiva), por los tantos de Nicolás Sansotre, Jonathan Herrera y Antony Alonso, dejó una sensación de preocupación en el equipo de Facundo Sava, que no puede levantar cabeza y sigue cometiendo errores muy groseros ante sus rivales. La visita, en tanto, se colocó como escolta de Independiente en la zona B.
Desde el inicio, la noche se tiñó de angustia para Atlético. Apenas comenzado el partido, una escena dramática silenció el estadio: Renzo Tesuri quedó tendido en el pasto con evidentes gestos de dolor. Figura y referente del equipo, el mediocampista, que había rechazado ofertas para seguir vistiendo la camiseta decana, intentó reponerse y volver al campo, pero su cuerpo le dijo basta. Entre lágrimas, se retiró directo al vestuario en una imagen que estremeció a hinchas y cuerpo técnico. Su salida no solo fue un golpe emocional, sino que también desordenó al equipo en lo táctico. Y Riestra, astuto, no desaprovechó la oportunidad.
El equipo visitante, con paciencia y sin desesperarse, tomó el control del juego. Como un titiritero manejando los hilos, comenzó a imponer condiciones ante un Atlético confundido y sin reacción. Y cuando mejor jugaba, llegó el golpe letal: Sansotre, un defensor con alma de goleador, se animó a más y sacó un zurdazo exquisito desde la puerta del área, inatajable para Durso. Un golazo inesperado que dejó sin respuestas al Decano.
Y se trató de un gol emotivo también, porque su autor llegó ‘de casualidad’ al ‘Malevo’, por la necesidad de mudarse a Buenos Aires para pedir «Un riñón para Pipe», su hijo de dos años y cuya campaña se viralizó rápidamente el año pasado.
Con el marcador en contra y el calor sofocante como aliado de la visita, Atlético intentó reaccionar, pero el esfuerzo fue más de voluntad que de ideas. Riestra, con la tranquilidad de la ventaja, reguló el ritmo y esperó, mientras los dirigidos por Sava se debatían entre la confusión y la impotencia.
El segundo tiempo arrancó con una consigna clara para ambos equipos. Atlético Tucumán debía despertarse y aprovechar el aliento de su gente para revertir la historia, mientras que Deportivo Riestra tenía que encontrar la forma de recuperar el protagonismo. Los dirigidos por Facundo Sava salieron decididos a presionar alto y a someter a la visita en su propio campo.
Con actitud y empuje, Atlético arrinconó a un Riestra que, lejos de la propuesta inicial, se vio obligado a refugiarse cerca de su arquero. Sin embargo, la falta de definición volvió a ser el talón de Aquiles del equipo tucumano. Cada intento chocaba contra la seguridad de Ignacio Arce, quien se convirtió en una de las figuras de su equipo con intervenciones clave.
El tiempo transcurría y el Decano no encontraba los caminos para quebrar la muralla rival. Volcado completamente al ataque, Atlético expuso sus líneas y dejó espacios que Riestra supo aprovechar. Con la tranquilidad de quien espera su momento, el equipo del Ogro Fabbiani resistió con orden y apostó al contraataque como su mejor carta. Y así llegó la catarata de errores en el local. Lo aprovechó primero Herrera y luego Alonso (con complicidad de Durso) para dejar sin chances a Atlético y terminar siendo goleado.
Sí, Riestra se aferró a su estrategia con disciplina. Y fue suficiente. Con un planteo pragmático y una defensa inquebrantable, los de Fabbiani sellaron una nueva alegría en el Apertura. Atlético, por su parte, se quedó con las manos vacías, una vez más, y se fue silbado.