CAPELLO les cuenta a los sanjuaninos en esta nota publicada en varios medios, que en 1989 en un acto digno de epopeya, el gobernador Carlos Enrique Gómez Centurión creó el IPEEM, el «Instituto Provincial de Exploraciones y Explotaciones Mineras», con la misma ilusión con la que uno arma un cisterna en el desierto: pensando que algún día habrá agua para llenarlo. Le transfirieron 11 áreas mineras, lo que, traducido al lenguaje común, significa: «Mirá, acá tenés todo este oro, pero ojo… ¡administralo bien!» Spoiler: no lo hicieron.
«En el debate por su creación, el diputado Alfredo Riutort, con una visión casi profética, dijo: «Hagamos un instituto, no una empresa estatal, así nos ahorramos burocracia». Claro, porque si hay algo que los argentinos sabemos hacer bien es evitar la burocracia… (guiño irónico). Mientras tanto, José Luis Gioja propuso incluir a las minorías parlamentarias en la gestión, como para que nadie quedara afuera de la repartija.
«Pasaron los años y, aunque Veladero empezó a generar dinero en 2005, el IPEEM no necesitaba mucho para funcionar: con cinco empleados y los recursos de la Secretaría de Minería, alcanzaba. Pero, ¿qué pasó con los millones generados por los derechos de exportación de oro y plata?» Bueno, eso es como preguntarle a un mago dónde va el conejo después del truco: nadie lo sabe, pero aplaudimos igual.
«Desde 2005 hasta 2024, el IPEEM recibió más de 114 millones de dólares. Sí, leíste bien: ¡114 millones de dólares! Con esa plata, podríamos haber modernizado la minería, dado trabajo a miles de familias y hasta comprar un par de estadios para que Messi juegue en San Juan. Pero, en vez de eso, decidieron «redistribuir» los fondos de una forma creativa, que podríamos resumir como: «¡Qué linda caja chica!»
«¿El clímax de esta tragicomedia? En abril de 2023, el Poder Ejecutivo manoteó 750 millones de pesos del IPEEM. Una acción tan sutil como un elefante robando chocolates en un kiosco. ¿Y el Tribunal de Cuentas? Silencio. ¿Y las autoridades del IPEEM? Silencio. Parece que en San Juan la regla es: «Si pasa, pasa».
«Ahora bien, imaginemos un mundo paralelo donde esos 114 millones se usaron como decía la Ley: en huellas mineras, desarrollo de pequeñas empresas, modernización de herramientas… Sería como un episodio de Black Mirror: surrealista. Zonda, Valle Fértil, Calingasta y tantos otros departamentos serían polos productivos, exportaríamos minerales y tendríamos empleo para miles. Pero no, acá estamos, con leyes violadas y la impunidad reinando como si fuese el rey del carnaval».
«En conclusión, el IPEEM podría ser un gran ejemplo de éxito, pero por ahora es solo otro capítulo en el libro interminable de «Cómo hacer desaparecer fondos públicos en 10 sencillos pasos».