Con el Obelisco (toda una señal) de la pista Concord de fondo y una sensación térmica sofocante que se acercaba a los 39 grados, José Torres Gil arriesgó más de la cuenta en la primera salida: «El riesgo es inevitable en este deporte. Y la ansiedad o nervios, también. Y acá lo sentí un poco más. Empezamos el primer día de entrenamiento y sabía que en ciertas cosas tenía que arriesgar más que otros. O en los trucos o en los saltos de desplazamientos a otras rampas. Y cuando veía una de las trampas, veía que es muy larga… Me sentí muy exigido y muy nervioso y en las primeras prácticas cometí errores y me caí. Pero después pensaba: ‘Estamos en los Juegos Olímpicos. No hay evento más importante que este. Si tengo que morir, que sea acá», detalló Torres Gil cómo fue evolucionando su proceso en los Juegos.
Sufrió el calor y el aire sofocante como todos, con un detalle no menor. «Me había olvidado el paraguas y era el único tapándome con la toallita», contó con simpatía el argentino que se subió a lo más alto del podio y le dio la primera medalla dorada a la Argentina en BMX. Detrás suyo quedaron el británico Kieran Darren David Reilly. Tercero, Francia, con Anthony Jean Jean.