Tras el pedido de Quattropani, Flagrancia comenzó a trabajar mañana y tarde, lo que para algunos fue un cambio histórico… y para otros, un horario «inhumano».
Un empleado comentó:
—¡No puedo creerlo! ¡Ahora tengo que traer vianda porque no me alcanza el tiempo para el almuerzo! ¿Quién se cree que somos? ¿Superhéroes judiciales?
Otro agregó:
—Yo lo veo por el lado positivo. Ahora paso más tiempo acá que en casa, así que ya ni tengo que discutir con mi suegra. ¡Esto es un milagro judicial!
Los abogados, por su parte, adoptaron una nueva rutina: café en mano y ojeras a la moda, desfilaban como zombies en las audiencias de la tarde.
—¿Es un juicio o una clase de yoga? Porque todos estamos practicando el «modo sobrevivencia»— bromeó uno, mientras otro agregaba:
—A este paso, vamos a tener Flagrancia nocturna y nos van a pedir que llevemos saco y almohada.
En definitiva, Flagrancia se convirtió en el ejemplo perfecto de cómo la justicia no solo es ciega… ¡sino también insomne!