Juan Fernando Quintero jugó como para que los hinchas de River confirmen que lo quieren de vuelta, no sólo por la nostalgia que les genera el glorioso recuerdo de Madrid, sino también por su muy buena actualidad.
Es pasado, pero también presente. Fue una de las figuras del Racing campeón de la Copa Sudamericana 2024 con esos quiebres de cintura y pases filtrados que entran como un puñal en las defensas rivales, del mismo modo que se lució en el equipo del Millonario campeón de la Copa Libertadores 2018. Y los riverplatenses ya se relamen con un probable regreso del enganche colombiano.
Si bien le queda un año de contrato con la Academia, es un secreto a voces que se irá de Avellaneda. Ya le hizo saber a su círculo íntimo que quiere un cambio de aire para 2025. Incluso, en Racing lo tienen claro y, según pudo saber Clarín, no le pondrán trabas.
“Viste que a Juanfer no le gusta quedarse mucho tiempo en un lugar”, admitió un allegado. Entonces, el operativo seducción se puso en marcha y está todo dado para su regreso.
Jorge Brito y compañía deberían abonar entre 4 y 5 millones de dólares para quedarse con Juanfer, aunque las negociaciones recién comenzarán el lunes, cuando se confirme si esas conversaciones deben ser con Diego Milito o con Christian Devia, según cual sea el resultado de las elecciones de este domingo.
Si Quintero juega el próximo año en el fútbol argentino, muy probablemente su club será River. Sin embargo, hay un obstáculo para que eso suceda y es la delicada salud de su mujer, lo que lo llevaría a regresar a Colombia. Allí, Independiente Medellín lo espera con los brazos bien abiertos.
Pero si eso no sucede, hay grandes chances de que se reencuentre con Marcelo Gallardo, con quien se dio un sentido abrazo minutos antes del partido disputado en el Cilindro de Avellaneda y a quien reconoce como su padre futbolístico. El Muñeco anhela volver a dirigir a uno de sus jugadores favoritos y que, cerca de cumplir los 32 años, tenga su último baile con la banda roja.
El abrazo con Nacho Fernández y con Franco Armani al final del encuentro, después intercambiar camisetas con el Diablito Echeverri, es una buena señal.