«¿Sube o se queda quietito? El precio del boleto en San Juan es como ese primo que promete venir al asado pero nunca confirma: no sabes si moverse o no. Con la inflación galopando más rápido que un colectivo a horario, el Gobierno analiza qué hacer mientras las empresas de transporte cruzan los dedos para que el aumento no sea de ‘moneditas’.
Si sube, será un ‘sigue participando’ para nuestros bolsillos; si no, el milagro será digno de ser anotado como una promesa electoral cumplida. ¿Qué dicen los rumores? Algunos juran que el precio del boleto se estira más que el chicle de las viejas campañas, pero otros creen que se mantendrá (al menos hasta que pase el verano y las promesas se derritan como helado en el Valle de Tulum).»