Todo el mundo quiere que Joe Biden se vaya… aún los que no quieren que se vaya

Todo el mundo quiere que Joe Biden se vaya, incluso las personas que no quieren realmente que se vaya. «Todo el mundo está esperando a Joe», dijo un importante demócrata. “Y él está sentado en casa, preocupado y diciendo: ‘¿Y si? ¿Y si? ¿Y si?’ Estamos haciendo las cosas a la manera demócrata. Lo estamos arruinando”.

Biden se acurrucó en su casa, recuperándose de Covid, resistiéndose a hablar con cualquiera que le dijera la verdad, gritando con voz ronca: “¡Sal de mi playa!” a la creciente lista de legisladores y donantes demócratas que intentan advertirle que está derribando a su partido y al país. Entristece que Biden no vea lo que es ineludible: si no se aleja con gracia ahora mismo, probablemente caerá como un paria y arruinará su legado.

La carrera hoy se da entre dos viejos delirantes, egoístas y testarudos, y esa es una situación deprimente. En cuanto a los arribistas que rodean a Biden y que a) ocultaron su verdadera condición; b) criticaron a la prensa por centrarse en lo que llamaron una cuestión de edad inexistente; c) protegieron al presidente de la verdad sobre sus cada vez más bajas posibilidades de ganar; y d) ¿parecen haber antepuesto sus propios intereses? De una forma o de otra, pronto se quedarán sin trabajo.

Sorprendentemente, incluso cuando los republicanos salen rugiendo de Milwaukee, vibrando de alegría, el grupo de expertos del presidente sigue llevando a cabo una pésima campaña, como si nada hubiera cambiado. Jennifer O’Malley Dillon, a cargo de ese esfuerzo dijo que las encuestas no son tan malas y que Biden está «más comprometido que nunca».

En la convención, asistí a un “Policy Fest” organizado por la Heritage Foundation (las personas que idearon el extremo Proyecto 2025) y su visión de Estados Unidos es muy espeluznante y regresiva. Los demócratas deberían alarmarse al pensar en Donald Trump con un Senado republicano ascendiendo a la jueza Aileen Cannon a la Corte Suprema. Esto ya se acabó.

Los demócratas y periodistas han pasado a otras preguntas: ¿Biden brindará su apoyo a Kamala Harris o pedirá una convención abierta? ¿Kamala aceptaría estar en una boleta exclusivamente femenina con Gretchen Whitmer? ¿Puede otro candidato que no sea Kamala? ¿Los sorprendentes índices de audiencia de una contienda demócrata y una convención abierta sacarían a Trump de la mente? (¡¡Sí!!)

Tony Fabrizio, un encuestador del republicano, dijo esta semana que no solo tienen lista una campaña publicitaria sobre «la congelación» del cerebro de Biden en el debate, sino además una excelente estructura de oposición a Kamala. «Tengan la seguridad estamos 100 por ciento listos», dijo.

El presidente tiene derecho a ser desdeñoso con algunos de los demócratas de alto cartel que quieren que se vaya. Incluso si Barack Obama dejara de jugar con su dinero de Netflix y viniera a Delaware para decirle que se retire, Biden no lo escucharía.

Ahora CNN informa que Biden está “furioso” con su vieja amiga Nancy Pelosi, la persona más respetada del partido, porque cree que ella está coordinando una campaña para expulsarlo. La vieja amiga de Pelosi en la delegación de California, Zoe Lofgren, publicó una carta el viernes instando a Biden a hacerse a un lado, y el senador de Nuevo México, Martin Heinrich, y el senador de Ohio, Sherrod Brown, que seguramente traerá a otros con él, también se unieron al coro.

Pelosi ama a Biden pero ama más a la Cámara. Se niega a permitir que el presidente lo queme por el bien de su ego y le facilite a Trump regresar a Washington con sueños mesiánicos y vengativos.

Dado que Biden dijo que sería necesario que el Señor Todopoderoso lo obligara a abandonar, no hay dudas de que Pelosi ha estado utilizando su fe católica para hacer sentir culpable al presidente y hacerle comprender lo que está en juego y lo que ella cree que querría el Señor Todopoderoso.

Ciertamente, podría haber dicho, no le gusta que Trump afirme, como lo hizo esta semana, que el Señor Todopoderoso está de su lado. En realidad, lo que los demócratas necesitan es una convención abierta y emocionante, más que una coronación. Después de todo, es lo que acaba de tener Trump.