Tiene momentos en que parece que ha desayunado café con Red Bull: “¡Vamos a mezclar candidatos de todos lados como si estuviéramos armando una pizza con piña, aceitunas y dulce de leche!”. Claro, no se sabe si lo dijo en serio o si fue un desliz de esos que salen cuando uno tiene hambre. Los operadores del uñaquismo, que siempre están listos para apagar incendios, dijeron que la idea estaba buena… pero que no querían poner todos los ingredientes en la licuadora antes de las primarias. ¡Primero hay que ver si el pastelito sube!. Propusieron entonces una especie de «juego del hambre» electoral: el que saque más votos se convierte en el superchef de la lista. Y el resto, bueno, que se alineen detrás con una sonrisa como en una fila del supermercado cuando la cajera está a punto de irse a almorzar. Eso sí, aseguraron que después de las primarias, la lista se armará con la precisión de un cirujano… o al menos con la esperanza de que quede algo más sabroso que una tortilla quemada.