el Gobierno admitió que «no dan los números» para avanzar con la eliminación de las PASO

Javier Milei transitó la última semana bajo un oscilamiento permanente de su estado de ánimo. Insultó, gritó, se indignó, celebró, se rio a carcajadas y lloró. Siete días que se parecen demasiado a los anteriores y, acaso, a los que vendrán. Un Milei como el que irrumpía hasta hace tres años en los estudios de TV para pelearse con panelistas o modelos se mantiene en guardia, en actitud desafiante, desde la cima del poder. Seguir leyendo