Francisco Comesaña llegó al Racket Club de Palermo, donde este domingo disputará ante Federico Coria la final del Challenger de Buenos Aires -su primer torneo después del US Open-, con la ilusión de volver a agarrar ritmo de competencia y sumar puntos que, espera, lo depositen en el cuadro principal del Abierto de Australia. Es un habitué en los Challenger, la categorÃa inferior del circuito ATP por la que pasan gran cantidad de tenistas que buscan dar el salto a la elite: acumula 83 victorias y 46 derrotas desde su debut en octubre de 2021, también en Buenos Aires, cuando era el 538 del ranking y tuvo que pasar previamente por la qualy.
Ahà la sigue luchando, pero su realidad hoy es otra. Tras alcanzar la tercera ronda de Wimbledon y repetir ese mismo resultado en Flushing Meadows, durante esta semana le peleó mano a mano en popularidad a Coria, que conectó con los fanáticos del tenis a partir de sus vlogs en YouTube. Comesaña, 102 del mundo, generó un impacto con su actuación en los dos primeros Grand Slams de su carrera y es uno de los jugadores por los que el público pagó una entrada y se acercó al Racket. Y asà se lo hicieron sentir.
«Estos dÃas fueron muy lindos. Fue divertido como la gente se acercó a pedirme fotos, algo que antes no me pasaba. Estoy disfrutando de estar en Argentina. Me gustó que vino mucha gente a ver el torneo. Siento el aliento, me gusta y estoy pudiendo disfrutarlo», contó el marplatense de 23 años en una distendida charla con ClarÃn. Igualmente, lo toma con calma: «Tuve dos resultados bastante buenos, pero fueron solo dos torneos, entonces intento estar en el presente y que no se me vaya la cabeza porque hay mucho por mejorar. TodavÃa sigo haciendo el circuito Challenger, que está durÃsimo».
En un duelo entre los dos máximos favoritos del torneo, buscará ante Coria (94°) su sexto tÃtulo Challenger y el primero de la temporada tras el conseguido en Oeiras, Portugal en abril. Ya se aseguró su regreso al top 100 y una victoria, además, lo harÃa escalar hasta el puesto 94 del ranking y acercarse a su mejor ubicación histórica (fue 87° en mayo).
Comesaña, como la gran mayorÃa de los tenistas argentinos, se formó en canchas de polvo de ladrillo. El Edison Lawn Tenis de Mar del Plata, club formado por Horacio Zeballos -padre del actual número uno del mundo en dobles-, fue el que lo vio empuñar por primera vez una raqueta, con 6 años. Sin embargo, curiosamente sus cuatro primeras victorias en el circuito grande del tenis fueron en césped (2) y cemento (2), en Wimbledon y en el US Open respectivamente. Y firmó triunfos resonantes ante Andrey Rublev, el número 6 del mundo, y Ugo Humbert (17°).
«Si me lo hubieran dicho hace un par de años, yo decÃa que estaban locos, pero al mismo tiempo también creo que tengo buenos golpes para adaptarme a esas superficies. Me ayudó el saque y me sirvió mucho el slice y las subidas a la red. Fue muchÃsimo el trabajo que hicimos con Seba (Sebastián Gutiérrez, su entrenador) para confiar en mi y llevar mi juego para adaptarme a todas las superficies. Igualmente, sé que la base la construà en polvo, que hay que jugar puntos largos y luchar», explicó el Tiburón, apodo que se ganó por su fanatismo por Aldosivi.
― ¿Cuán importantes fueron para vos esas victorias en Wimbledon y en el US Open?
― Fueron importantÃsimas porque me dan confianza de que puedo llegar a ese nivel, de que puedo jugar esos torneos. Obviamente, quiero estar ahà lo antes posible y mantenerme. Me gustan esos desafÃos grandes.
― ¿Y en la parte económica? Porque, se sabe, el tenis es un deporte caro, los tenistas tienen muchos gastos y necesitan si o si ganar partidos.
― También, muy importante en ese sentido. Me acuerdo de todos los partidos de los Futures, donde no tenÃamos hoteles, nos quedábamos en los lugares más económicos, los traslados eran malÃsimos, nos metÃamos en cualquier ciudad. SabÃamos que tenÃamos que ganar o ganar. Y después, a medida que vas saltando los niveles, todo se va haciendo más cómodo. Nos ayudó mucho tener los hoteles pagos en los Challengers, hay mejores condiciones para entrenar también. Y estos dos Grand Slams me dieron una ayuda para viajar mucho más acompañado. En otros momentos me tocó viajar mucho solo.
― ¿Qué integrantes te gustarÃa agregar a tu equipo?
― Hoy tengo a mi entrenador, que es lo principal. Me gustarÃa poder viajar con preparador fÃsico y kinesiólogo porque te contienen. Viajar acompañado es un plus. A veces la semana se hace muy larga y tener a alguien que te dé un empujoncito, sobre todo en los malos momentos, cuando estás un poco cansado, está bueno.
Comesaña también jugó al fútbol durante su infancia y adolescencia, pero su gran pasión siempre fue el tenis, aunque no haya en su familia tradición por este deporte. «El fanatismo lo adquirà mirando. CrecÃ, obviamente, viendo a Federer, Nadal y Djokovic. No hay mejor tenis que ese. Y de los argentinos tengo recuerdos de mirar a Nalbandian y a Del Potro«, detalló al respecto. Ese fanatismo, luego, se convirtió en ambición. De chico alimentó su sueño de convertirse en profesional. En 2017, con 16 años, dio un paso fundamental al mudarse a la Ciudad de Buenos Aires para vivir en el CeNARD y, en agosto de esa temporada, empezó a jugar Futures.
Fue progresando en su camino hacia la elite profesional, pero principalmente la pandemia y también una lesión en la muñeca izquierda frenaron su evolución. «Esas fueron semanas muy difÃciles. En pandemia me sentà muy solo compitiendo porque me pasó de llegar a finales y el resto de los jugadores se iban para otras ciudades, entonces no tenÃa ni siquiera con quien entrar en calor. Me fui adaptando, pero tuve que estar muy fuerte de la cabeza», contó el Tiburón.
― Contaste en alguna oportunidad que en ese momento se te borró la sonrisa. Más allá de lo tenÃstico, ¿qué trabajo tuviste que hacer para sobreponerte a esos momentos tan difÃciles?
― En lo psicológico, principalmente. El tenis estaba, quizás siempre estuvo, pero la cabeza te va tirando para abajo, te dice si estás para soportar tantas dificultes, porque en esos lugares no tenÃamos nada. Creo que hoy estoy acá porque me banqué muchos de esos momentos.
― ¿Trabajaste lo mental con un profesional en ese momento?
― No, ese sufrimiento tuve que bancármelo solo. Hoy en dÃa, por suerte, tengo más compañÃa. Con Seba habló sobre los sentimientos, las emociones… charlo mucho con él. Es más que un entrenador. Me ayuda a manejar las emociones, también en estos últimos meses en los que tuve tan buenos resultados.
― Antes la cabeza te tiraba para abajo, ahora hay que controlar de no irse muy para arriba, ¿no?
― Si, eso es muy importante también (risas).

― Compartiste en el US Open con Djokovic, Alcaraz, Sinner… ¿Pudiste entrenar con alguno de esos jugadores top, intercambiar alguna palabra?
― No tuve mucho roce con los más grandes. Es como que todavÃa no me dieron un lugarcito, pero de a poco supongo que me lo voy a ir ganando. Algunos me felicitaban por lo que habÃa hecho en Wimbledon, pero todavÃa no tuve entrenamientos con Sinner, ni con Alcaraz o alguno de ellos. Sà tengo una anécdota divertida con Djokovic. Yo estaba haciendo hielo en una bañera y se acercó para ver si podÃa hacer hielo él también y le dije que si, que por supuesto (risas), que era un placer para mi.
― ¿Qué objetivos te planteas para lo que resta del año y para la próxima temporada?
― En principio, el objetivo es mantenerme dentro de los 100 para poder jugar los cuadros principales de los Grand Slams. Me gustaria poder clasificar para el cuadro del Australian Open. Igualmente, más allá de los puntos y el ranking, busco seguir creciendo como jugador en todos los aspectos y creo que de a poco se va a ir dando lo que realmente quiero.