Así, de ser vehículos casi exclusivamente utilitarios, la aparición de los modelos de doble cabina elevaron su versatilidad, para combinar el uso en el trabajo con el familiar. De esta manera, se añadió cada vez más tecnología y equipamiento de confort para convertir el viaje en una pick up en una experiencia similar a la de un sedán de alta gama.
Se sumaron opciones con tracción 4×2 y 4×4, variantes enfocadas en el uso intensivo todoterreno, y a las clásicas medianas que lideraron las ventas en el país se agregaron camionetas “full size” pero también compactas.

De la misma manera, en el plano local, la opción para el uso privado creció a raíz de una cuestión fiscal: las pick ups, como vehículos comerciales, no tributan el impuesto interno, también llamado (erróneamente) “impuesto al lujo”. Entonces, no pocos clientes se pasaron de los SUVs -sí impactados por ese gravamen- a las pick ups.
Por supuesto, su uso en sectores del agro, así como en la minería o los hidrocarburos, sigue siendo clave, y la performance de las planillas de ventas está también ligada a la performance de esas actividades.