¡Alerta de casamiento frustrado! Resulta que Mirra y Alperovich tenían una boda programada —pero no la fiesta tipo “Sí quiero, barra libre y vals”—, sino un mini-evento íntimo con unos 20 invitados, en un departamentito bien peronista de 400 mts cubiertos en Puerto Madero.
Entonces, justo antes de que apareciera el mozo con la copa de champán… pum — sorpresa: llegan los WhatsApp: “Chicos, gracias por venir, pero se suspendió todo”. ¿La razón? Parece que al exgobernador le dio un “escalofrío legal” — temía que la Justicia dijera “alto” al festejo y lo manden de nuevo a Ezeiza.
Así que la boda no se largó como fiesta, sino como trámite express: Registro Civil + dos testigos = legalmente casados. Y la celebración… se mudó a un plan B: delivery para dos. Pizza en vez de pastel, ¡y con mucho sigilo

