La pericia balística no deja margen para la duda ni la piedad: Emanuel Rodríguez (43), un trabajador sanjuanino, fue ejecutado de rodillas dentro de su casa del barrio San Juan de los Olivos, Rawson, la madrugada del 21 de mayo.
No hubo forcejeo ni accidente. Le apuntaron al cuello y dispararon mientras estaba arrodillado, ensangrentado y pidiendo por su vida.
Los fiscales Claudia Salica y Cristian Catalano, de la UFI de Delitos Contra la Propiedad, encabezaron la reconstrucción junto a los defensores de los seis sospechosos.
La investigación apunta directo a Sebastián Andrés Aguirre como el autor del disparo, acompañado por Pablo Ezequiel Pérez y Braian Ezequiel Álvarez Cuello, alias “Batería Baja”.
Escaparon llevándose entre 15.000 y 20.000 pesos, lo que tenían para los gastos diarios.
Un puñado de billetes mugrientos a cambio de dejar a un hombre cuadripléjico para siempre.
Completan la banda Enzo Alfredo Pérez Agüero, Braian Ezequiel Arredondo y Franco Alfredo Monteleone.
La pericia reconstruyó la trayectoria del proyectil calibre .38: entró por el cuello, destrozó las vértebras y la médula, y se incrustó en una puerta.
Eso no es un robo. Eso es un fusilamiento.
Rodríguez fue golpeado con la culata de las armas hasta quedar en el piso, con la cabeza abierta y los brazos cubiertos de sangre.
Le dieron quince puntos de sutura y una condena de por vida: no caminar jamás.
Desde la clínica donde intenta mover apenas un dedo, dijo con lágrimas y rabia:
“Mi vida es un infierno. Apenas puedo mover la mano derecha. Esa bala nos atravesó a los cuatro”.
Los asesinos ya están identificados. Ahora falta que la Justicia esté a la altura.
Porque no se puede seguir mirando para otro lado mientras bestias armadas destruyen familias trabajadoras, y de bien. San Juan no puede ser tierra de nadie, y a estos miserables no los salva ni Dios.

