La comisario mayor Patricia Herrera, jefa de la Escuela de Formación Policial, explicó que los aspirantes aprobados en años anteriores ahora tienen que rendir otra vez porque, según ella, “no se puede poner un arma en la cintura a alguien que hace tres años no hace práctica”. O sea, los mismos que aprobaron con honores en 2022 hoy son vistos como oxidados.
La Crio. Herrera plantea un problema que es simple: hay 600 egresados para solo 100 lugares. Una especie de esperanza donde todos sueñan con la gorra, el silbato y la 9mm, pero solo pasan los que entran en la elección. El resto, gracias por participar.
La Crio Myor. Herrera, aclaró que ahora hay “armas electrónicas” (40 Taser) y nuevos contenidos. Tiene razón, al lado de las Taser en 2022 los aspirantes entrenaban con boleadoras y Hondas de David; hoy la policía parece salida de un catálogo de Miami Vice: pistolas Taser, drones y quizás un día casco de realidad virtual para atrapar chorros en el metaverso.
Lo extraño vino cuando advirtió que las protestas de los aspirantes suenan a “piqueterismo político”, como que hay algún secotr político que tiene intenciones de empiojar el sistema de ingreso, y las voces alzadas de los que quieren ingresar en la institución. Estos aspirantes deben recordar, que la primera lección de la institución que debe garantizar la democracia es que protestar no tiene lugar en un lugar donde la conducción es absolútamente jerárquica.
En conclusión, la Escuela de Policía tiene ahora cupos limitados como cualquier escuela: si te descuidaste, engordaste dos kilos o no practicaste tiro durante dos o tres años, chau uniforme. Y recuerden que el verdadero requisito para ser policía no solamente es puntería ni estado físico, sino obediencia a la jerarquía superior y vocación.


Excelente comisario general Herrera.