Basta de amenazas falsas. Cada llamado es un delito y no quedará impune. Están poniendo en riesgo vidas, recursos y la paz de todos. Quien crea que jugar con bombas es un chiste, que lo piense dos veces: la Justicia va a llegar y las consecuencias serán graves. No hay anonimato que los proteja para siempre.
A los que llaman: su tiempo se acaba.

