¡ALERTA ESTAFADORCITOS ¡NO SEAN CARADURAS!
Saquen el bolillero, que se armó la novela en San Juan! Resulta que el Gobierno provincial, a través del Instituto Provincial de la Vivienda (IPV), tuvo que ir corriendo a hacer una denuncia penal porque unos vivos andaban vendiendo “suerte garantizada” en el sorteo de casas que se viene el 23 de julio. ¡Sí, leyeron bien: no la leían, vendían la suerte! Ni Lázaro Báez se animó a tanto.
La propia jefa del IPV, Elina Peralta, lo confirmó, ya hay dos casos denunciados y pinta que hay más dando vueltas. La cosa es así: unos chantas, encabezados por una señora que se hace llamar Cristina (¡Obvio!), convencieron a pobres ilusos de pagarles 400 lucas para “asegurarles” que saldrían sorteados y les tocaría la casa soñada. ¡Cuatrocientos mil pesos por un número acomodado! Ni en el sorteo de las zonas en el mundial de Fútbol se animan a tanto, y eso que tienen las bolas calientes y las frias para acomodar equipos.
La señora, que parece tener más nombres que una novela mexicana, hacía todo el acting: se presentaba como empleada del IPV, mostraba facturas con logos del Gobierno y citaba a sus víctimas en plazas y espacios verdes. En el Centro Cívico no se animaba a meter el verso. Porque estaba claro que ahí la enganchaban al toque.
El IPV salió con los tapones de punta a aclarar: ¡NO EXISTE LA POSIBILIDAD DE “ARREGLAR” EL SORTEO! (¡El humor a cargo del IPV!). Un sorteo de casas siempre se puede arreglar, si tenés la voluntad de hacerlo, si no tenes la voluntad de hacerlo porque es ilegal, no lo arreglas, y hasta ahora todo va en regla como debe ser. Si el sorteo se hace con bolillero en la Caja de Acción Social, y no está arreglado –como algún picarín con buena memoria me contó que ocurria desde el 1980 en adelante hasta un tiempito atrás–, la única bolilla dirigida que hay ahí es la de la suerte… y esa no se compra ni con 400 mil, ni con un Johnny Walker etiqueta azul.
La cosa no terminó ahí. Además, el IPV está investigando unas 100 casas que están en proceso de revocación (o sea, las van a quitar a los adjudicatarios que no las habitan, las alquilan o las vendieron de forma trucha, y que generalmente en su mayoría pertenecen a ex-funcionarios o familiares cercanos). Porque, recordemos: ¡las casas del IPV son para vivir, no para hacer Airbnb o negocios inmobiliarios!
En síntesis, la Directora del IPV fue clarísima: “No existe eso de dirigir la suerte en el sorteo”, pero si se puede hacer si tenés alma de delincuente. Así que, estafadores: ¡aflojen con el cuento y búsquense un trabajo honesto!, como trabajar en una empresa constructora que fabrica 100 casas y sortean 95. ¿Habrá pasado eso en años anteriores, o es mi imaginación? Y a la gente: ojo con los vendedores de humo, porque lo único que te van a asegurar es quedarte con el bolsillo más liviano que un papel de calcar. ¡Bolillero sí, verso no!