El domingo 29 de junio de 2025, Miguel Ángel Albornoz, alias “Taza” —porque parece que se colecciona causas como otros coleccionan tazas—, fue recapturado por la Brigada de Investigaciones Central D-5. El muchacho había salido hace poquito del Servicio Penitenciario Provincial, pero al parecer extrañaba la adrenalina del delito y es el principal sospechoso de intentar robar en una casa de Rawson la noche del 20 de junio. El robo quedó en intento porque la alarma de la casa empezó a sonar como Bocina de colectivo, espantando al Taza antes de que pudiera llevarse hasta un florero.
La historia empezó en calle Estado de Israel, donde el Taza decidió forzar la reja de una ventana. Pero el sensor de movimiento lo delató, y los dueños de casa se despertaron antes de que el hombre pudiera hacer de las suyas. Con videos de cámaras y chusmerío barrial en el barrio Belgrano, lo identificaron sin margen de error. Cuando allanaron su casa, le encontraron ropa parecida a la del delincuente del video y una bici muy parecida a la usada en la fuga, lo que no es buen dato si sos Taza.
Ahora quedó preso otra vez, imputado por “robo simple en grado de tentativa”, que para él es casi un hobby. Y es que Taza tiene un prontuario tan gordo que si lo imprimís no entra en un cajón. Desde 1996 hasta hoy, ha hecho de todo: robos, fugas y hasta una histórica escapada del Penal de Chimbas en 1999, cuando se mandó a mudar con otros 25 presos tras un motín con toma de rehenes incluida.
En el 2000 le unificaron causas y le clavaron 22 años y 3 meses de condena, que cumplió hasta 2020. Pero cada vez que sale, parece que le agarra nostalgia y vuelve a lo mismo. En 2012 se escapó en Mendoza, y en 2016 también, mientras estaba de “salida transitoria”. Hasta en abril de 2024 lo agarraron por chorear una moto y le dieron cuatro años y dos meses más. Pero parece que seguía con salidas transitorias… o más bien, “transitorias y reincidentes”.
El Taza suma casi tres décadas de delitos, fugas y más vueltas a la cárcel que cualquier otro interno. Y ahora, una vez más, volvió al lugar que, para él, parece su primera casa: el calabozo.