La disminución del número de misiles disparados por Irán durante la noche del lunes demuestra que Israel logró dañar la capacidad de respuesta de Teherán. Los ataques quirúrgicos de Tel Aviv no solo descabezaron a su cúpula militar, sino que debilitaron su fuerza de defensa.
En tanto, el presidente norteamericano, Donald Trump, llamó a evacuar la capital del estado persa “de inmediato”, preludio de una potencial ofensiva devastadora del gobierno de Benjamin Netanyahu.
Mientras la tensión crece, el rol de Estados Unidos en el conflicto es la gran incógnita. Sobre este tema, el historiador Florentino Portero comentó a LN+:
“EE.UU dejó muy en claro que Irán no debe tener un programa nuclear para uso militar e impedirlo supone que Estados Unidos, que sí tiene esa capacidad, debería bombardear los centros nucleares iraníes. Trump es muy remiso a utilizar la fuerza para temas de política internacional. La guerra es brutal pero podría concluir con que Irán continuaría desarrollando su programa nuclear.”
Para las fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el blanco más difícil de alcanzar son las instalaciones nucleares subterráneas iraníes, como la de Fordow. Portero explicó que “carecen de la capacidad tecnológica suficiente para dañar de manera definitiva.”
“Se trata por una parte de debilitar al régimen y por otra de debilitar la capacidad militar y sobre todo retrasar la capacidad nuclear iraní”, enfatizó.
Irán lanzó hasta ahora alrededor de 400 misiles balísticos y cientos de contra Israel, con objetivos civiles y militares.
El historiador también se refirió a los eventuales impactos significativos del conflicto entre Irán e Israel en la economía internacional. Teherán podría ejecutar una brutal represalia: cortar la línea vital de la energía mundial y perjudicar el mercado del crudo.
“Hay mucho miedo que el régimen del ayatolá, en un momento de desesperación, haga dos cosas. Una, atacar pozos petrolíferos, dañar la capacidad de estos mercados de proveer energía, esto llevaría a un subida muy fuerte de los precios de energía”, afirmó.
Y agregó: “La segunda, mucho más grave, es cerrar el estrecho de Ormuz. Alrededor de una quinta parte de la capacidad de la generación de hidrocarburos sale del golfo pérsico. Si son los dos, el daño sería mucho mayor, por lo tanto estaríamos ante una crisis energética que nos llevaría a un duro repunte inflacionario”.