Dicen que la historia no se repite, pero rima. Y en este caso rima con “condena”, “procesamiento” y “vergüenza nacional sobre rieles”. Es que la Justicia decidió reabrir la causa por la compra de los míticos vagones oxidados —perdón, “de segunda mano con alma”— que Ferrocariles Argentinos compró cuando estaba intervenida por el inefable Ricardo Jaime y su cómplice silencioso: el ignoto pero hábil sanjuanino Julio Tito Montaña, alias “el interventor de los mil fierros (viejos)”. El caso había quedado dormido en algún expediente con olor a grasa ferroviaria, pero ahora lo despiertan como a la momia de Tutankamón… y con la misma maldición. Ricardo Jaime, ya con más prontuario que la misma Cristina Kirchner, está acostumbrado a estas movidas. Pero Montaña, que venía silbando bajito y soñando con que nadie se acordara de él, ahora está transpirando como chofer de tren sin frenos. Porque, claro, mientras Jaime firmaba como estrella, Tito era el que le alcanzaba la lapicera, le cebaba el mate y le ponía moño a las compras más turbias que el Riachuelo. ¿Los vagones? Llegaron de España con más óxido que estructura, sin frenos, sin aire acondicionado, y con algunos asientos que venían con cucarachas de origen gallego. Un homenaje al colonialismo, pero en versión chatarra. Tan truchos que ni en un parque de diversiones los aceptaban. Montaña, mientras tanto, se hacía el CEO ferroviario, hablaba de “integración del sistema multimodal” y “sustentabilidad del material rodante”, mientras firmaba la entrega de millones de dólares por máquinas que sólo servían como escenografía del Eternauta. A Jaime, a Montaña, ya otros tantos les están tocando bocina desde Comodoro Py. Y esta vez, no hay parada técnica.
EL AGENTE RUMOR AHORA SE HACE EL POLLO SOBRERO: FUERTES VERSIONES DE QUE reabren la causa de los vagones truchos que compraron RICARDO JAIME Y JULIO TITO Montaña
Comparte este artículo
No hay comentarios

