En el último episodio de “La novela peronista que nunca termina”, Cristian Andino, el exintendente de San Martín, se puso la capa de gurú político y nos regaló perlas de sabiduría. Su consejo estrella: “mejor hacer una lista de unidad” porque, según él, una interna es como tirarse piedras en el propio tejado.
Y ojo, que Andino sabe que ir a internas es un suicidio político porque “nos va a debilitar”. Por suerte, no dijo nada sobre debilitarse por las eternas discusiones, las traiciones y las selfies con media provincia en contra. Pero para eso ya está el abstencionismo: casi el 50% no fue a votar en Buenos Aires. Eso sí que es tener “realidad electoral.” No sea cosa que vayan y se confundan con el sufragio.
Cuando habla de elegir candidatos, Andino se rinde antes de empezar: “va a ser difícil elegirlos”. No porque no haya buenos, sino porque ahora hay más fuerzas que en un mercado persa: el Justicialismo, Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza —que suena a nombre de gimnasio pero es el enemigo mortal del PJ—, todos peleando por un mismo espacio… o por el último café en la reunión.
Y hablando de enemigos, Andino no pierde la oportunidad para tirar un palito a Milei y compañía: “estamos en la vereda opuesta, es un gobierno de ajuste”. Traducido: ellos ajustan el cinturón, pero al menos no tiran la llave del baño para no gastar agua.
Por supuesto, el broche de oro fue la defensa de esos “*20 años de gobierno responsable*” del PJ en San Juan. «Dejamos todo ordenado», dijo, como si hubiera puesto todo en fila, limpiado el polvo y hasta regalado un manual de administración pública para Orrego. Y en el cierre, el tema del pedido de informes a la gestión de Uñac, que es “una facultad del Poder Legislativo”. Porque, claro, no hay nada más transparente que pedir informes sin que casi nunca te contesten; eso sí, todos deben ser tratados con la misma vara, aunque algunos pedidos están en la nevera más fría que el café olvidado en la oficina.
Así que ya saben, en el PJ la receta para ganar es: unidad fingida, internas evitadas, enemigos claros y pedidos de informes que sirven más para la foto que para otra cosa. Mientras tanto, el sanjuanino puede seguir tranquilo, o al menos distraído, con el culebrón electoral que no para nunca.