¿Exportamos más? No.
¿Importamos menos? Tampoco.
¿Vamos a chocar? Pero con estilo, hermano. Con estilo libertario.
¿La balanza comercial? Más desbalanceada que un borracho en zancos.
Abril cerró con un “superávit” de 204 millones de dólares, que en criollo se traduce como: mirá, mamá, casi no perdimos. El problema es que mientras vendemos lo mismo de siempre (soja, promesas y desesperanza), estamos comprando como si nos sobraran los dólares… ¡Spoiler! No nos sobran.
Caputo, el Messi de los PowerPoints y las desgravaciones, acaba de eliminar aranceles para 27 nuevos productos. O sea, ahora podés importar bombas centrífugas, hornos panaderos y cortadoras de pelo con menos impuestos. ¡Excelente! Porque si algo nos faltaba era un mercado competitivo en el rubro “peluquería con déficit”.
El plan económico es tan coherente como un horóscopo escrito por un loro:
– Se estimula la inversión, sí, pero se olvidan que sin exportaciones el dólar no entra, y sin dólares el modelo se parece mucho a una piñata vacía.
– Mientras tanto, las reservas bajan a paso de murga deprimida y el Congreso está más paralizado que el botón de “me importa” en redes sociales.
¿Y las reformas estructurales? Guardadas bajo llave, junto con el sentido común y el presupuesto para el segundo semestre.
¿La solución? Al parecer, fusionar organismos estatales como si fueran muñequitos de Lego. Menos Estado, más milagros.
En resumen:
Exportamos poco, importamos mucho, y nos endeudamos como si el 2001 hubiese sido solo un mal sueño contado por tu ex muy feliz con su nueva pareja.
Si esto es “hacer historia”, como dijo uno de los funcionarios, ¡que el futuro llegue urgente!