¡Atención, Argentina! El hombre que no necesita presentación y que quiere reemplazar el tango por un grito desaforado de “¡Libertad, carajo!”, está más encendido que parrilla de barrio. Javier Milei, el hombre que jamás pasó desapercibido ni en un supermercado, se ha lanzado a la aventura más peligrosa de su mandato: darle el primer clavo al cajón del macrismo, esa fuerza política que, según él, ya no tiene remedio y que no encuentra la salida ni con GPS.
Pero lo mejor de todo es cómo lo hace. ¡De manera descarada! Es como si estuviera jugando al ajedrez con piezas de Monopoly. Primero, se autoproclama el «gran libertador», luego decide que su hermana Karina es el cerebro detrás de todo, y para rematar, se toma un descanso para ponerle un corchazo a la unidad macrista. Todo esto mientras el país sigue convulsionado, pero claro, no hay que ser un genio para darse cuenta de que Milei prefiere la televisión en lugar de la calma.
Karina, la ‘genia’ detrás del telón… o del caos
A mí me explota la cabeza pensar en Karina Milei, que parece ser la que le pasa el mapa de carreteras al presidente, mientras él está en el asiento de atrás pegado al teléfono. Pero, ojo, ¡no es cualquier mapa! Es uno con instrucciones tipo: «Si ves a los macristas por el espejo retrovisor, ¡no frenes, sigue adelante como si fueras un Fórmula 1!». El presidente, con ese estilo tan único, le lanza a su hermana a la arena como la heroína que salvará al país, aunque, a veces, da la sensación de que la que necesita ser rescatada es la propia Argentina de esta novela.
¡Y aquí viene lo bueno! Milei, en un arrebato de amor fraternal, se lanza a las redes sociales para poner a Karina en la cima, como si fuera la nueva estratega militar que va a liberar al pueblo de… bueno, de sus propios errores. Pero la clave está en la repetición: “¡Ella es la jefa, carajo!”. ¿En serio? ¿Será que ya no hay más ideólogos, ni filósofos ni figuras políticas que se bancuen el peso de semejante bombazo?
¿El macrismo de cadáver?
Ahora bien, hablemos del otro ingrediente explosivo en esta receta: el “macrismo”. A Milei le encanta hacerle creer a la gente que está enterrando el legado de Macri como si fuera una especie de Drácula político, al que hay que exorcizar para poder salvar a la Argentina. Y, ojo, en eso le doy la razón: en la memoria colectiva, Macri es como ese ex que, por más que haya pasado el tiempo, sigue apareciendo en las reuniones de amigos. Pero, ¿realmente es necesario clavarle el último clavo al cajón del macrismo? ¿O simplemente es una excusa para que Milei se quede con todo el poder mientras grita: “¡Todo es mío, todo es mío!”?
Claro, no todo es tan sencillo. Porque mientras el país se hunde en la inflación y la economía sigue siendo un chiste malo, el presidente va y mete la pata, una vez más. Quiere darle un golpe de gracia a lo que queda del macrismo, pero mientras tanto, el resto de los políticos se matan entre sí. Milei quiere pintar todo de “futuro libre” y “cambio”, pero con cada tuit, cada conferencia, cada frase cruda, parece más bien el director de una película de terror. Y los macristas… bueno, como si estuvieran esperando a ver si algún día se les ocurre alguna idea para salvar el barco.
El Gran Circo de Milei
Entre discursos incendiarios, tuitazos provocadores, y promesas de “cambiar todo”, Milei se está convirtiendo en una suerte de “El Gran Circo de la Política Argentina”. Y mientras todos se dan de palos, él sigue con su show. El hombre es un espectáculo en sí mismo. Eso de “no hay vuelta atrás” o “no hay media tinta”, lo dice y lo cumple. Aunque, a veces, sería mejor que se guardara alguna de esas frases para cuando el país no esté a punto de explotar.
El macrismo, en sus días de gloria, no entendió que cuando te crees la tapa de una revista, te empiezan a salir los hongos. Y ahora Milei, con sus ganas de aplastar a todos, parece que va a necesitar una lupa para encontrar qué queda de esa era. Eso sí, si su plan es hacer que todos los políticos del país se conviertan en personajes de comedia, le auguro un futuro brillante… pero más en un escenario que en la Casa Rosada.