La Subsecretaría de Trabajo de San Juan decidió que la fiesta no es para todos y multó con la módica suma de $51.945.600 a la Unión Tranviarios Automotor (UTA) seccional San Juan, por haberse atrevido a hacer lo impensado: parar colectivos justo cuando todos los sanjuaninos más necesitaban llegar a ninguna parte.
El paro —crimen sindical de lesa alegría— ocurrió durante el finde XXL de Carnaval, cuando los choferes decidieron que no había mejor forma de homenajear al Rey Momo que dejando a la provincia sin bondis ni bondad nocturna.
El Gobierno provincial, en modo mamá con cinturón, recordó que el paro fue declarado en plena conciliación obligatoria, esa etapa mágica donde el sindicato puede negociar de todo menos dejar de laburar. La respuesta de la Subsecretaría fue ejemplar: una multa que equivale a comprarse dos bondis, cinco sindicalistas o 51 millones de pasajes de colectivo con SUBE subsidiada.
La UTA, que ahora tiene menos ganas de negociar que antes, puede pedir reconsideración a la misma oficina que la multó. Si eso falla, puede seguir apelando hasta llegar a la Corte Suprema, al Vaticano o a una sesión de espiritismo con Eva Perón, lo que ocurra primero.
Pero como si $51 millones no alcanzaran para sentar cabeza, desde el Gobierno ya avisaron que el paro del 6 de mayo también podría considerarse ilegal. Porque cuando uno se mete en el arte marcial de la huelga, tiene que saber esquivar multas como Jackie Chan.
Franco Marchese, el Subsecretario de Trabajo y futuro DJ de fiestas anti-paro, dijo que está esperando que el área de Transporte le pase el parte del quilombo. Una vez que se sepa el “impacto real” de la medida, podrá decidir si se le aplica una segunda dosis de multa a la UTA. Sí, como una Sputnik, pero económica.
Marchese también quiso homenajear al único héroe en este despelote: Valle Fértil, el departamento que decidió ignorar la huelga y llevar a sus vecinos al trabajo como Dios, el mercado y el algoritmo de Uber mandan. «Valle Fértil entendió todo», dijo el funcionario, mientras le clavaba una estrellita dorada en la frente al primer colectivero fértil que encontró.

